LA CAPITAL
Un grupo de jóvenes que habían salido de un pool estaban caminando hacia un auto estacionado en la ochava de Arijón y Balcarce. Mientras conversaban a las seis de la mañana un chorro de ametralladora disparado desde un vehículo a corta distancia tiró al piso a cinco de ellos. Gustavo Germán Candia, de 35 años, y Tiziana Valentina López, de 15, murieron poco después. A Candia el tiro decisivo le atravesó el cráneo. A la adolescente la mató un proyectil en el pecho. Otras tres chicas de entre 17 y 18 años recibieron balazos pero salvaron la vida. Desperdigados sobre el pavimento y la vereda la Policía Científica recogió las cápsulas de al menos 17 proyectiles.
La ferocidad de estos ataques indica para investigadores del Ministerio Público de la Acusación el rebrote más violento de una guerra librada a partir del asesinato de Claudio “Pájaro” Cantero, líder de Los Monos, en 2013. Si bien los sectores participantes fueron variando y las disputas nunca desaparecieron, lo que vuelve con fuerza son las expresiones crudas y sangrientas que distinguieron a los hechos de entonces. Atentados contra blancos masivos, en lugares públicos, delante de muchos testigos, con armas que disparan a repetición. Casos típicos de sicarios donde el ataque es rápido, sin intercambio de violencia y donde el agresor aprovecha el efecto sorpresa para huir sin exponerse.
Sanguinario
Dos personas no identificadas que se movilizaban en un auto blanco blanco efectuaron disparos hacia el grupo de personas que acababa de salir del bar “Pool 8”. Producto del ataque, Tiziana López murió en el Hospital Clemente Alvarez, mientras que Gustavo Candia fue llevado al Hospital Roque Sáenz Peña, donde falleció a poco de entrar. Lara Berenice V., de 17 años, tenía una herida en la pierna. Carla R, de 18, tuvo un roce de bala. Camila G, de 18, recibió un disparo en un brazo. Las dos primeras viven en barrio Las Flores y la última en Muñoz al 400. Ninguna sobreviviente vio a los atacantes porque estaban de espaldas al ser heridas. Los mismos amigos que estaban en el “Pool 8” los llevaron al Hospital Roque Sáenz Peña donde fueron atendidas y dadas de alta.
En la escena del hecho quedó un Peugeot 306 negro, patente LBM 671, en el que había llegado Candia al lugar donde lo mataron. Desde el MPA ordenaron trasladar ese vehículo a la comisaría 21ª de Arijón y Santiago para iniciar pericias. Fuentes de la investigación señalaron que en la misma escena del homicidio, cuando la Policía Científica trabajaba levantando rastros, se presentó Lorena Verdún, la madre de los tres hijos del Pájaro Cantero. Pedía que le permitieran llevarse el auto de Candia.
El auto y la tarjeta azul
Eso encendió muy rápido una luz en el tablero de los investigadores del MPA que rápidamente ataron cabos sobre la relación eventual de alguno de los atacados con Los Monos. Desde la Unidad Fiscal de Homicidios, donde estaba en turno el fiscal Miguel Moreno, se toparon con una sorpresa al verificar la documentación disponible sobre el Peugeot 306 negro. El auto tenía una tarjeta azul librada a nombre de Cristofer Demetrio. Se trata de un pariente de Colián Miguel, un comerciante de la comunidad gitana que fue víctima de un secuestro extorsivo en septiembre del año pasado.
Candia tenía su domicilio en Padre Giaccone al 1800, a una cuadra de Batlle y Ordóñez e Italia. Se le constató un antecedente delictivo por portación de arma de guerra, un tipo de ilícito que llama la atención porque, aunque no haya hechos más graves, la tenencia ilegal de un arma poderosa suele sugerir lazos con el mundo del delito. Fuentes de la causa señalaron que Candia tenía en el cuerpo una vieja bala de calibre 38 de un episodio previo. Es decir que lo habían baleado antes del ataque que lo mató.
Los nexos
Tiziana vivía en la cortada Frías al 800, casi Pineda, a cuatro cuadras del Apeadero Sur. Según voceros de la pesquisa, la familia de la adolescente asesinada es muy allegada a los Cantero. Aunque las referencias son todavía incipientes, para los investigadores este atentado integra una secuencia que implica el recrudecimiento de la pelea de organizaciones criminales. Las facciones que dispuntan responden por un lado a Esteban Alvarado, ahora preso por atentados contra blancos de la Justicia Penal y por el homicidio de un prestamista, y por otro a los Cantero.
El sanguinario ataque de ayer, señalaban ayer investigadores distintos, se alinea en cadena con el asesinato mafioso en Pichincha de Carlos Ariel Señuque el viernes a las 7.15. Este era un hombre de 41 años oriundo de Tío Rolo, en la zona sur, ahora ligado a actividad en boliches y mencionado en pesquisas de drogas. Fue ejecutado con al menos ocho disparos cuando llegó en su Renault Laguna al edificio donde alquilaba, en Brown al 2800. También se lo conecta con Los Monos.
Un tercer caso de esta seguidilla es el homicidio de Brian Leiva, un chico de 18 años asesinado hace un mes en un after de Arijón y Moreno, es decir, a una cuadra del escenario del atentado que ayer se cobró dos vidas. La noche del 17 de junio Leiva salió de ese local a las 5.45, cruzó la calle y desde un Peugeot 208 con al menos tres ocupantes le dispararon varias veces.
El futuro
Ayer en el MPA deslizaban que estos tres hechos tienen rasgos compartidos. Son ataques donde los atacantes van directamente a matar a sangre fría, en incidentes que tocan el submundo narco. Un detalle notorio es que en los tres sucesos las bajas solamente quedan de la orilla de Los Monos. “Falta avanzar en evidencia pero sabemos estos episiodios que llevan un mes son homicidios sicarios y que las víctimas de los tres hechos están del mismo lado”, indicó un investigador policial. De nuevo ayer se escucharon, en portavoces policiales y del MPA, comentarios semejantes a cuando se conoció hace seis años la ejecución del Pájaro Cantero. “Seguro esto va a traer vuelto”.