Sucedió cuando Raúl Alfonsín se quedó sólo a la espera de un gesto de George H. W. Bush y ocurrió de nuevo con Fernando de la Rúa y George W. Bush. Fueron dos presidentes americanos (padre e hijo) que se desentendieron de sus dos colegas radicales que en Argentina ya habían perdido frente al peronismo de turno.
Mauricio Macri esperaba que la delegación del Fondo Monetario Internacional que está en Buenos Aires exhibiera su charme multilateral como en tiempos de Christine Lagarde, la ex directora del FMI que jugó a favor del gobierno por cuenta y orden de Donald Trump, presidente de los Estados Unidos.
Pero el jefe del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, y el jefe de la Misión Argentina, Roberto Cardarelli, ya empezaron a jugar ese típico minué de los organismos multilaterales para demostrar que olfatean un nuevo cambio de paradigma político en Balcarce 50.
Werner es argentino de nacimiento y su padre convivió con Jose Ber Gelbard, un ministro de Economía de Héctor J. Cámpora y Juan Domingo Perón que tuvo poder hasta la muerte del General. Cardarelli conoce la coyuntura nacional y la historia del peronismo, y tiene el olfato político tan entrenado como un intendente del conurbano bonaerense.
Ambos burócratas de elite, que tienen que dar cuenta en el board del FMI sobre qué pasará con los USD 57.000 millones que le prestaron al gobierno de Cambiemos, decidieron reducir el nivel de su visita formal a la Argentina y poner en igualdad de condiciones al ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y a los asesores económicos del candidato presidencial peronista Alberto Fernández.
La misión del FMI venía a Buenos Aires para revisar las cuentas oficiales, hacer su staff report y girarlo al board del FMI para que se apruebe como paso previo inevitable al giro de USD 5.400 millones que implican el anteúltimo desembolso del organismo multilateral a la Argentina.
Sin embargo, esta agenda oficial prevista antes del resultado de las PASO, se transformó en una visita “para analizar los recientes acontecimientos económicos y financieros y los planes de políticas del gobierno”, explicaron voceros del FMI a Infobae.
Esta explicación formal a este medio es una falacia escrita en términos diplomáticos: Guido Sandleris, titular del Banco Central, y Lacunza antes de jurar como ministro de Hacienda, ya anticiparon a DC que la inflación se había desmadrado y que las posibilidades electorales de Macri tienen la consistencia de un milagro.
En realidad, Werner y Cardarelli quieren saber in situ qué hará Lacunza con la herencia de Nicolás Dujovne y luego decidir cuándo se pone en marcha la agenda formal que debería concluir en el esperado desembolso de USD 5.400 millones. Si no hay revisión, no hay desembolso. Así funciona el FMI.
Werner y Cardarelli respetan al ministro Lacunza y hoy al mediodía escucharán con atención sus explicaciones políticas, económicas y financieras. Pero su interés está centrado en el cónclave que protagonizarán horas más tarde con Guillermo Nielsen y Cecilia Todesca, asesores económicos del candidato Fernández.
Los jefes del FMI tienen dos guías básicas para moverse en la compleja realidad política de los países emergentes. Su conocimiento técnico y las instrucciones que llegan desde la Casa Blanca. Werner y Cardarelli guardan sus informes reservados en las computadoras que compra el FMI, y en esta oportunidad a diferencia de otros viajes, no escucharon que en el Salón Oval se interesaran directamente por Macri y su gobierno.
Mister Trump
La última vez que Macri habló por teléfono con Trump, el presidente de los Estados Unidos respaldó sus medidas económicas diseñadas con la burocracia del Fondo Monetario Internacional y preguntó sobre las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Macri agradeció el respaldo de Trump y opinó sobre un eventual enfrentamiento electoral contra Cristina Fernández de Kirchner, que por esa fecha (8 de mayo) aún no había designado a Alberto Fernández como su candidato a presidente del Frente de Todos.
Macri quedó satisfecho con la llamada y más aún por el comunicado oficial de la Casa Blanca: fue emitido con una velocidad inusual y tenía un texto lineal y pragmático, justo para iniciar la campaña electoral a la búsqueda de la reelección presidencial.
“El Presidente Trump expresó su firme apoyo a la agenda económica favorable al crecimiento del Presidente Macri y a los avances que ha hecho para la modernización de la economía argentina”, señalaba el comunicado.
Macri recibió un “palazo” en las Primarias, ya que perdió sin atenuantes frente a Fernández-Fernández de Kirchner. Y después los mercados causaron una crisis económica que implicó una fuerte devaluación, una suba abrupta del riesgo país, la renuncia del ministro Nicolás Dujovne y una probable inflación de agosto que puede marcar un récord para 2019 (7 por ciento).
Trump se enteró que Macri está en dificultades electorales y económicas. El presidente de los Estados Unidos fija su agenda desde Twitter, la red social más leída por la clase política a escala mundial. Y en la Casa Rosada se esperaba un tuit respaldando a Macri y su administración pública.
La cuenta oficial @realDonaldTrump posteó en los últimos días comentarios presidenciales sobre la guerra de tarifas que Estados Unidos libra con China, los incendios en el Amazonas y el G7 que se realizó este fin de semana en Francia. Sobre Macri y su futuro político, ni un sola palabra.
La respuesta informal de la Casa Rosada frente al silencio mediático de Trump fue obvia y displicente. Se aseguró a Infobae que los presidentes extranjeros “no opinan” sobre los asuntos internos de los países y que Trump ya “demostró su apoyo” durante la negociación del Stand By con el FMI.
Visita informal
Hace 50 años que el Fondo Monetario Internacional impone sus programas de ajuste a los países subdesarrollados (“emergentes”). Y sus burócratas tienen un olfato especial para saber cuándo un gobierno regional -dictadura o democracia- languidece y está a punto de cumplir su ciclo histórico y político.
A Werner y Cardarelli se reunirán formalmente con Lacunza, pero su interés institucional está centrado en Nielsen y Todesca, representantes de Fernández. El candidato a presidente del peronismo compartió listas electorales con Domingo Cavallo, y sabe de memoria la operación política que ejecutó su exreferente en la Ciudad contra Alfonsín y su gobierno democrático.
En este contexto, Nielsen y Todesca tienen la instrucción de escuchar y adelantar ciertas opiniones del candidato -que Fernández ya expresó en público-, pero de ninguna manera exigirán determinadas acciones o decisiones al Fondo Monetario Internacional.
Nielsen y Todesca conocen cómo funcionan los organismos internacionales y asumen que una palabra de más puede causar una hecatombe institucional en la Argentina. Ambos representantes de Fernández son medidos y están expectables en caso de un triunfo del Frente de Todos.
Macri y Lacunza tienen suficientes reservas para resistir una demora del desembolso que debería ejecutar el FMI antes que concluya septiembre. Sin embargo, una dilación del Fondo Monetario Internacional puede causar infinitas interpretaciones, a pocas semanas de las elecciones de primera vuelta.
Si Trump no aparece y no pone orden en el board del FMI, la incertidumbre política puede causar daños colaterales. Fernández, en su cuasi monólogo de anoche, ya movió con sutileza: “Estados Unidos, es la primera potencia mundial”, dijo en televisión.