El ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, llegó ayer a Rosario para comenzar la implementación de lo que definió como la política más importante en este primer tramo del gobierno nacional: la tarjeta alimentaria, que beneficiará a unas 110 mil personas, con unos 202 mil niños en todo el territorio santafesino. El programa nutricional comenzará en febrero y, según destacó el funcionario, aportará a la provincia unos 550 millones de pesos al mes que impactarán en la venta y producción de alimentos. “Estamos poniendo en marcha una política de Estado que excede a un partido, a una idea o a un tiempo. En la Argentina no puede haber hambre, todos tienen que comer y tienen que comer bien”, remarcó.
Rosario, Pérez, Villa Gobernador Gálvez, Villa Constitución, Santa Fe, Reconquista y Rafaela serán las primeras poblaciones de la provincia donde el Banco Nación comenzará a repartir la tarjeta color azul, con un crédito de entre de entre 4 mil y 6 mil pesos, de acuerdo a la cantidad de niños menores de 6 años en el hogar, para comprar todo tipo de alimentos, excepto bebidas alcohólicas.
La distribución de los plásticos comenzará en febrero, en operativos que se extenderán durante varias jornadas. En Rosario, unas 30 mil personas, con unos 60 mil niños, podrán acceder a la compra de alimentos “donde quieran y como quieran”. El monto del programa se deposita todos los terceros viernes de cada mes y, según explicó Arroyo, el sistema permite monitorear en tiempo en qué comercios se utiliza el plástico y qué productos se adquieren.
El padrón de beneficiarios del programa alimentario se conforma cruzando los datos de la Ansés con los de la Asignación Universal por Hijo (AUH), alcanzando a madres y padres con hijos de hasta 6 años de edad que reciben la AUH, embarazadas a partir de los tres meses que cobran la Asignación por Embarazo y personas con discapacidad que reciben la AUH.
La iniciativa intenta contrarrestar algunos datos que el funcionario calificó como “brutales”: el 14 por ciento de los niños del país sufre una inseguridad alimentaria severa (“se saltea las comidas”, según definió), la constante baja en el consumo de leche (la última proyección anualizada del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina marca el valor más bajo en 16 años y el segundo más bajo desde 1990) y el empeoramiento de las mediciones de talla y peso que se realiza en los comedores escolares.
“Todos tienen que comer y comer bien en Argentina. Antes de ponerse los zapatos, hay que ponerse las medias. No va a existir una buena educación sin una buena alimentación, no va a haber buen mercado de trabajo, ni desarrollo en Argentina, sin una buena alimentación”, definió y consideró que la tarjeta alimentaria es “la base” de futuros programas de microcréditos y fomento de emprendimientos productivos.
Leche, carne, fruta y verdura
Arroyo consideró que el plan nutricional es “claramente la política más importante en este primer tramo del gobierno nacional” y explicó que se basa en tres principios básicos: que todos accedan a alimentos de calidad, que el programa favorezca la economía popular y la agricultura familiar y que signifique un aporte a la economía local.
Para esto, todos los beneficiarios (en un 98 por ciento son mujeres, quienes sostienen las tareas de cuidado en el hogar) tendrán que participar de cursos de buena nutrición y cuidado de la salud, donde se remarcará la importancia de una dieta basada en productos frescos como leche, carne, fruta y verdura.
Y para que el beneficio alcance también a los pequeños productores de alimentos, a partir de marzo se diseñará una aplicación para el celular que permitirá a los huerteros o agricultores urbanos vender su producción.
“Se trata de un programa que impulsa el desarrollo local. Es desarrollo económico para la provincia, concluyó.