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Luego de que el Ejecutivo dejó trascender que no hará modificaciones ni estirará los plazos de la oferta presentada el 4 de julio, los líderes de los bonistas dejaron en claro su postura: no aceptarán; el FMI tampoco aceptaría refinanciar la deuda si no se mantiene el diálogo; advertencias de los analistas sobre el efecto que podría tener la falta de acuerdo sobre el dólar y los bonos
Los principales acreedores de la Argentina creen que, si el Gobierno no modificara la oferta actual, la aceptación sería muy baja y por lo tanto no podría hacer el canje.
Esta situación tendría influencias negativas en el plano financiero local en los próximos días, tanto en el valor del tipo de cambio, a través de una mayor brecha entre el dólar oficial y los tipos de cambio alternativos, así como en el valor de bonos y acciones.
Además, los bonistas entienden que el Fondo Monetario Internacional (FMI)) no aceptará una negociación si antes la Argentina no cierra su problema con los bonistas.
“El Gobierno cree que el FMI le va a decir que puede hacer lo que quiera, pero lo que puede ocurrir es que la deuda se acelere y que el Fondo les diga que no hay nuevo acuerdo”, advirtió a Infobae una calificada fuente de uno de los comités de acreedores desde Nueva York.
Otra fuente que lidera uno de los comités dijo a Infobae que “el directorio del FMI no avalará un nuevo programa sin que el país llegue a un acuerdo con los bonistas y, en particular, este año en Estados Unidos no hay nadie que tenga voluntad o tiempo como para ponerse a escuchar al gobierno argentino”.
El propio organismo multilateral tiene una política muy clara (Lending into Arrears) para los países que están en default con sus acreedores privados. Así lo expresó, por escrito, en 2016: “El Fondo puede prestar a un miembro en mora soberana a acreedores privados externos solo cuando se haya emitido un juicio que: (i) el apoyo inmediato del Fondo se considera esencial para la implementación exitosa del programa de ajuste del miembro, y (ii) el miembro está siguiendo políticas apropiadas y está haciendo un ‘esfuerzo de buena fe’ para llegar a un acuerdo de colaboración con sus acreedores privados”. Es decir, sin diálogo con los bonistas, el Fondo no negociará un nuevo acuerdo, según su propia letra de molde