La reunión entre Alberto Fernández y Joseph Biden evidencia sus resultados: el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM) exprimirán sus recursos y aceitarán sus burocracias para permitir que las reservas del Banco Central se fortalezcan durante los próximos meses. El gobierno necesita cumplir con las metas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la grave sequía de los últimos meses hizo estragos en la previsión de ingresos públicos, que podrían recuperar volumen con las líneas de crédito que el BID y el BM concederán a la administración peronista.
La decisión institucional y el posterior anuncio publico de los créditos del BID y BM tienen un contexto político que exhibe las consecuencias del cónclave de Alberto Fernández y Biden. Estados Unidos maneja el board del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial, y una simple señal de la Casa Blanca puede agilizar los tiempos y encontrar nuevos recursos financieros.
El BID y el BM ya tenían una hoja de ruta con la Argentina, pero la foto sonriente del líder demócrata junto al jefe de Estado funcionó como una acelerador de lo ya concedido y crea escenarios para hallar fondos multilaterales adonde sólo existían ecuaciones burocráticas y resistencias geopolíticas.
Con todo, no se trata de un proceso lineal y las internas palaciegas juegan un papel clave. Antes de la llegada de Sergio Massa al Palacio de Hacienda, Mauricio Claver-Carone -por entonces titular del BID- pisaba los créditos de la Argentina. Massa aflojó a Claver-Carone que tenía un puja infinita con Alberto Fernández, y los créditos fueron liberados.
Sergio Massa y Ilan Goldfajn, titular del BID, durante una reunión oficial en PanamáY en los últimos días, se dio otra negociación silenciosa en el edificio que el BID ocupa al 1.300 de la Avenida New York de Washington. Argentina deseaba ocupar una vicepresidencia del Banco Interamericano de Desarrollo, pero Illan Goldfajn -su presidente- dejó trascender al gobierno que tenía otros planes para ese cargo clave del organismo regional.
A regañadientes, la Casa Rosada aceptó la lógica de Goldfjan. Y a cambio exigió fondos extras destinados a fortalecer las reservas del Banco Central. El titular del BID validó el trade off, que pasará sin inconvenientes por el board de la entidad crediticia que controla Estados Unidos.
En el Banco Mundial, la situación institucional es distinta. Su presidente David Malpass -un halcón republicano designado por Donald Trump- decidió renunciar, y en su lugar Biden designó a Ajay Banga, un empresario indio que entiende el peso del cambio climático en la economía mundial.
La crisis económica de la Argentina y su necesidad de ingresos extras no pueden esperar que Banga asuma y ponga en marcha la reforma profunda del Banco Mundial que le anunció Biden a Alberto Fernández. Entonces, el directorio del BM intentará acelerar todos los plazos burocráticos para cumplir con el anuncio político que hizo el líder demócrata ante su colega peronista.
Aún no hay certeza respecto a la posibilidad de obtener partidas extraordinarias del BM -como sí sucederá con el BID-, pero el ministro Massa ya sabe que el directorio de este organismo multilateral aprobará hacia fines de abril dos nuevos proyectos por 600 millones de dólares vinculados al cambio climático y a mejorar la eficiencia energética en los hogares más humildes del país.
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