Las excesivas lluvias que azotaron el centro santafesino el pasado fin de semana volcaron en la región una masa hídrica colosal, para la cual la infraestructura no está preparada.
Como consecuencia de las dificultades que encuentra el agua para escurrir, muchos establecimientos se transforman en grandes lagunas, amenazando el bienestar y la sanidad de los rodeos y el capital de trabajo.
Entre los más afectados, los establecimientos tamberos padecen la imposibilidad de entregar la leche, mientras deben seguir ordeñando y atendiendo los animales. Como se sabe, en esto planteos no hay botón de “pausa” para esperar que las condiciones mejoren. Producir es una obligación para evitar males mayores. Por eso la vacas “vadean” caminos para llegar al tambo y los tractores levantan rollos semi sumergidos para llevar alimento a los animales que se apiñan en los escasos metros cuadrados de tierra disponibles.
Estas son las escenas que compartió con Campolitoral Marina Segovia, tambera entre Gálvez e Irigoyen, departamento San Jerónimo, uno de los más castigados por el fenómeno meteorológico.
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“Estamos al costado de la vía del ferrocarril y el puente ferroviario donde pasa el canal de San Eugenio, es extremadamente pequeño”, se presentó por Whatsapp. Y explicó: “Recibimos agua de Gálvez e Irigoyen. El agua espera en el campo hasta que desagote todo lo demás y recién ahí empieza a desaguar nuestro campo”.
La joven afirmó que “son infinitos los reclamos al Comité de Cuenca pero siempre fue en vano. Durante años se nos burlan y así pasa el tiempo, perdiendo la pastura, la ración y los rollos para las vacas del tambo”.
Con pesar, remató: “Es muy triste ver mi padre, que con 62 años tenga el agua a la cintura y su esfuerzo diario de nada sirva”.