Alberto Fernández dio un paso importante en la relación con el Vaticano: eligió como embajador ante la Santa Sede a Luis Bellando, un diplomático de carrera, y viajará a Roma a fin de mes para hacer su primera visita como presidente al papa Francisco.
El encuentro con el Papa será parte de una gira que emprenderá por Francia e Italia, detallaron en la Cancillería y confirmó esta noche el propio Presidente en una entrevista con C5N. Según fuentes confiables, la fecha en que Fernández se vería con Francisco podría ser el viernes 31 de enero.
La designación de Bellando, que todavía debe superar los pasos administrativos para formalizarse, responde a una sugerencia de Francisco. El Papa, contaron integrantes del gabinete pocos días después de la asunción de Fernández, hizo saber que prefería que la Argentina tuviera como representante a un diplomático de carrera. No propuso nombres, pero sí se inclinó por un perfil determinado.
Licenciado en Ciencias Políticas, de 61 años, Bellando cumple con ese requisito. Ingresó en el servicio exterior argentino en 1986 y, después de cumplir distintas tareas en el país y en el exterior, fue cónsul en Río de Janeiro (2006-2008), cónsul en Tarija, Bolivia (2008-2011), subsecretario de Política Latinoamericana (2012) y embajador en Angola (2018).
Evitar interferencias
“La idea es que no haya interferencias entre Alberto y el Papa. Hay una relación directa entre ellos y prefieren mantenerla así”, explicaron a LA NACION fuentes de la casa Rosada.
“Si ponían a un embajador político -prosiguiieron las fuentes- podía empezar el teléfono descompuesto. La relación es muy buena. Hay gente como Felipe [Solá], Beliz [Gustavo], Olmos [Juan Manuel], que tienen relación con el Papa y que están muy cerca de Alberto, así que no hacía falta que el embajador tuviera alto perfil”.
El perfil de Bellando se parece más al del embajador que designó Mauricio Macri, en diciembre de 2015, Rogelio Pfirter, también diplomático de carrera.
El último elegido de Cristina Kirchner había sido el dirigente del peronismo porteño Eduardo Valdés, quien le dio un perfil político a su tarea. “El Papa no quiere que la embajada sea una unidad básica”, dijeron en el Gobierno.
Luego de que Alberto Fernández concurriera dos días antes de asumir a una misa en la Basílica de Luján, junto a su antecesor Mauricio Macri, la relación entre el Presidente y la Iglesia registró un pico de tensión, después de que el Ministerio de Salud actualizó el protocolo para la interrupción legal del embarazo (ILE), el 13 de diciembre pasado. El presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral de la Salud, Alberto Bochatey, dijo que la medida implicaba la “instalación del aborto libre” en la Argentina.
Días después, el 18 de diciembre, el Presidente logró reencauzar el vínculo, a partir de un encuentro con las autoridades de la Conferencia Episcopal, encabezadas por su presidente, el obispo Oscar Ojea.
El día anterior, Fernández había enviado una carta al Papa para saludarlo por su cumpleaños número 83. Francisco le respondió vía correo electrónico. Para entonces el Papa ya había recibido en Roma a Fabiola Yáñez, en un encuentro del que participaron en el Vaticano las primeras damas de países de América Latina.
La última vez que Fernández visitó a Francisco fue en agosto de 2018, cuando asistió al Vaticano como integrante del grupo internacional que promovía la liberación del expresidente de Brasil Lula Da Silva.
“Hay un muy vínculo. Alberto lo citó en el discurso inaugural ante la Asamblea Legislativa y en la reunión con los obispos dijo que era el Papa con el que más identificado se sentía. Hay una cercanía de la mirada sobre las cuestiones del mudo. La postura de Francisco sobre Venezuela e Irán es la misma que tenemos nosotros”, puntualizaron en la Casa Rosada.
En el mismo viaje, el Presidente concretaría la reunión bilateral pendiente con los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y de Italia, Sergio Mattarella.
La gira se planificó a mediados de noviembre, después de una conversación telefónica entre Fernández y Macron, en la que hablaron de la situación de crisis de distintos países de América Latina, y se pospuso una semana más tarde, por problemas de agenda.