Carlos PagniLA NACION
- Durante todo este tiempo, pero principalmente después de las PASO, Alberto Fernández habla, habla y habla. Será porque le gusta o porque intentó que su voz, sus ideas y sus planteos fueran el único discurso de la campaña del Frente de Todos. Si esa fue la intención de tanta exposición mediática, ahora empieza a haber cierta fisura en esa estrategia porque en las últimas horas se ha diversificado la palabra dentro del kirchnerismo y se han empezado a escuchar otras voces.
- En los últimos días, hubo algunas definiciones de Fernández que llegaron a oídos de Cristina Kirchner. Pueden haber resultado irritantes o haber funcionado como la gota que colmó el vaso y que provocó que la candidata a vicepresidenta activara.
- Una de estas definiciones ocurrió el martes pasado, en una reunión importante que tuvo Alberto Fernández con cinco representantes del Fondo de inversión y un banquero de un banco de inversión norteamericano. Allí se le preguntó cuál era el encuadramiento político de su candidatura y qué había que esperar del diseño político de un eventual gobierno suyo. Él dijo tres cosas: que Cristina Kirchner se estaba retirando; que La Cámpora ocupa un lugar marginal; y que con él viene el peronismo, no el kirchnerismo. Este discurso se corresponde con determinadas operaciones políticas tendientes a diversificar su base de apoyo.
- Fernández, desde su primer día como candidato hasta ahora, ha intentado atraer e incorporar activos a su cartera. No solo a una cantidad de aliados peronistas, gobernadores y líderes territoriales, sino también a políticos “del otro lado”, de Cambiemos. Por ejemplo, ya circula la versión de que Ricardo Alfonsin podría ser ministro en un gobierno de Fernández.
- Además, hemos visto que él se tomó varias licencias ante la pasividad del kirchnerismo, de La Cámpora y de Cristina Kirchner. Por ejemplo, mantuvo reuniones con economistas ortodoxos, como Carlos Melconian; y asistió a un seminario del grupo Clarín en el Malba donde se lo vio confraternizar con quienes eran -¿o son?- los principales enemigos de Cristina Kirchner.
- Mientras tanto, aparecen algunos intendentes en la provincia de Buenos Aires como Gabriel Katopodis, de San Martin, y Juan Horacio Zabaleta, de Hurlingham, que empiezan a levantar la bandera del albertismo en el conurbano bonaerense.
- Horacio González, exdirector de la Biblioteca Nacional y líder de Carta Abierta, tiene una enorme capacidad anticipatoria. Él dice que se imagina a Cristina como una protagonista dentro del esquema de poder del próximo gobierno y que ve un poder enorme de la gente en la calle. Además, se imagina algo de anarquismo frente a Alberto Fernández a quien describe como una persona moderada, a la que le gusta calificarse como abogado, hijo de un juez y se viste -dice- como un porteño viejo, un personaje de la Facultad de Derecho.
- Asimismo, antes de Horacio González, el segundo hombre fuerte del régimen venezolano, Diosdado Cabello, sintetizó estas ideas de una manera más contundente. “Que Fernández no se crea que lo eligieron a él”, dijo Cabello.
- Frente a este panorama, Cristina Kirchner reapareció y dijo varias cosas muy interesantes. Para la expresidenta hay que cambiar nuestras relaciones con el sistema financiero internacional y ponerle un “punto final” al endeudamiento. Da la impresión de que estaría pensando en alguna ley. Teniendo en cuenta la reunión que mantuvo Alberto Fernández con los seis financistas, ¿cuál es la voz financiera de este grupo político que planea ser el nuevo oficialismo?
- Cristina también se refirió a las empresas de electricidad y dio una definición muy importante respecto a la inflación. Para ella, esta última está ligada a la concentración de mercado y al exceso de ganancia de las empresas. Todo esto enmarcado en una crítica conceptual: la expresidenta volvió a condenar al neoliberalismo. Acá no hay cinismo, es lo que ella piensa.
- El problema está en que Alberto Fernández dice que quiere seguir manejando la economía en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Lo que significa que va a haber que negociar otro programa, un préstamo de facilidades extendidas a cambio de reformas estructurales: un ajuste fiscal más severo; una reforma tributaria; y una reforma laboral y previsional. Alberto Fernández dice que aun así va a seguir.
- Acá hay dos planteos: la crítica del neoliberalismo y la interpretación que tiene de la economía Cristina Kirchner y la que tiene Alberto Fernández. La del candidato a presidente no está muy clara, más allá de la decisión de seguir con el acuerdo con el Fondo. Son dos mundos. ¿Van a cogobernar? ¿La orientación de lo que sería el gobierno del Frente de Todos estaría sometida a un constante debate de cuestiones esenciales?
- La Cámpora va a tener 71 diputados en el Congreso y eso es algo que Fernández deberá tener en cuenta. Es a ellos a quienes el eventual presidente deberá presentar las reformas del Fondo. Podremos saber cómo será este nivel de cogobierno cuando conozcamos quién va a liderar el Ministerio del Interior, quién estará en el Ministerio de Justicia, quién va a manejar la AFI y quién estará en la AFIP. Este último es otro de los cargos relevantes para cualquier proyecto de poder que tenga alguna tendencia no liberal, y la pregunta es: ¿quién la va a manejar, Fernández o Cristina?
- En el fondo, son cuestiones irrelevantes, porque el problema entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner no depende tanto ni de un conflicto de poder ni de su relación personal. Estas diferencias reaparecen, pero lo que hay que preguntarse es si no representan dos mundos distintos. El mundo de Fernández es el de la CGT tradicional, el de la UIA, el de los gobernadores peronistas del interior y de determinados intendentes del conurbano. Ese mundo, que se autodenomina productivo, debe convivir dentro de la misma fórmula con el mundo subsidiado de aquellos que han quedado fuera de la economía, donde la abanderada es Cristina y tienen gran incidencia los movimientos sociales.
- ¿Esos dos mundos pueden convivir dentro de una fórmula? Hay quienes dicen que no pueden convivir dentro del peronismo. ¿La política argentina tiene solución para ambos mundos o Alberto Fernández y Cristina Kirchner están condenados a pelearse no por lo que piensan sino por lo que representan?
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Por: Carlos Pagni