Carlos Damián Ramos tenía 25 años y dos hijos de distintas parejas. Según testigos estaba parado en San Lorenzo y la colectora oeste de la avenida Circunvalación cuando dos hombres en moto llegaron hasta allí, le dijeron algo y el corrió hacia la avenida perseguido por uno de los hombres que lo alcanzó en el descampado. Allí, poco después de las 14 de ayer, le pegó dos tiros por la espalda y uno de remate en el cráneo. Ramos no era de ese barrio y según allegados “había recibido una amenaza para que se fuera porque parece que vendía drogas y la gente de un búnker del lugar no lo quería ahí”.
Un hombre que vio la escena fragmentada declaró que mientras iba por la colectora de Circunvalación vio a un hombre de ropas oscuras subirse a una moto tipo Enduro negra que lo esperaba sobre el asfalto. Y que el rodado tomó hacia Eva Perón hasta perderse de vista, aunque no podría describirlos ya que estaban con casco.
Casi al mismo tiempo que los asesinos huían, Ramos emergió del pastizal trastabillando y cayó en el centro del descampado. El testigo ocasional se acercó al muchacho, vestido con una remera, jean y zapatillas, pero ya no respiraba .
Ramos quedó tirado frente a una fábrica de artículos de plástico, lugar en el que hay cámaras de vigilancia además de los domos y las cámaras públicas en los cruces de Eva Perón y Mendoza con calle Donado. El fiscal de la Unidad de Homicidios Florentino Malaponte ordenó el relevamiento de todas esas cámaras para tratar de determinar hacia donde escaparon los dos criminales.
Médicos forenser determinaron que el muchacho tenía tres disparos: uno en el cráneo y dos en la zona dorsal con orificio de entrada y salida. En tanto, personal del Gabinete Criminalístico de la Policía de Investigaciones (PDI) no halló vainas servidas, lo que hace presumir que el crimen se cometió con un revólver.
Amenazado
Las primeras versiones sostenían que Ramos se desplazaba en una moto por Circunvalación cuando dos personas le quisieron robar el vehículo, se le pusieron a la par y lo balearon. Con el correr de los minutos los familiares de la víctima aseguraron que la moto estaba “en la casa de la suegra”. El muchacho tiene domicilio en la zona oeste de la ciudad pero su actual pareja, Sol, reside cerca de donde lo mataron.
La víctima, según dijo su padre en el lugar del crimen, trabajaba en una empresa de vigilancia “desde hace cinco años y ahora estaba de licencia. No sé lo que pasó, no tenía ninguna amenaza ni problemas con nadie”, contó mientras miraba el cuerpo de su hijo en medio del pastizal, apenas cubierto por una bolsa plástica resguardado del viento por dos ramas. El hombre, en shock, sólo abrazaba a quienes le daban el pésame.
Sobre la vereda de la fábrica frente al lugar del crimen dos jóvenes deslizaron una versión: “Ya le habían dicho que se fuera del barrio porque parece que vendía drogas en la esquina y a los muchachos de acá no les gustaba. Lo estaban siguiendo se ve y cuando lo tuvieron a mano le dieron”. El búnker del que hablan estaría “a pocas cuadras de acá, todos lo conocen”, dijo un muchacho en una charla con otra persona.
Un hombre que vive en las inmediaciones y conoce a la familia de Ramos atinó a decir: “Ésto es por las drogas, la policía tiene que ir y sacarlos a todos”. Así, con algunos datos dispersos, la PDI tomaba declaraciones a amigos y testigos de la persecución mortal y evaluaban distintas líneas investigativas.