Tras seis horas de debate, 25 legisladores rechazaron la pretensión del oficialismo y 24 votaron a favor. El proyecto volvió a comisión.
La Cámara de Diputados dio ayer la espalda al último intento del gobernador Miguel Lifschitz de lograr este año modificar la Carta Magna santafesina al rechazar, como se preveía, el tratamiento sobre tablas de una ley para declarar la necesidad de la reforma.
Cerca de las 16 de ayer, tras seis horas de debate, 25 diputados rechazaron la pretensión del oficialismo. 24 votaron a favor. El PJ, Cambiemos y el interbloque Igualdad le dijeron que no. Para la mayoría simple, que hubiera permitido habilitar el tratamiento sobre tablas, le hicieron falta sólo 2 votos. Pero para aprobar el proyecto de ley se hubieran necesitado dos tercios: 34 votos. Nadie cambio las posturas que se vinieron anunciando desde semanas previas.
La totalidad de los 11 ministros que integran el gabinete del gobernador Lifschitz estuvieron en el recinto siguiendo las deliberaciones de los diputados, que dieron asistencia perfecta: 50 en total, incluyendo el presidente, Antonio Bonfatti, quien condujo las deliberaciones.
Para los principales analistas, con el desenlace de la sesión Bonfatti se convirtió en el precandidato por el FPCyS para los comicios de 2019 a ser el primer socialista en aspirar a gobernar por un segundo mandato la provincia.
Sólo hubo un legislador de los más de treinta que hablaron que se declaró no reformista: Norberto Nicotra. Los demás se dijeron partidarios de una actualización de la Constitución provincial que rige desde 1962, sin cambios. La mayoría consideró que el apuro y el poco ortodoxo tratamiento de hacerlo “sobre tablas” para un trámite de tal trascendencia le restaba seriedad y ponía a la reforma entera en pos de intereses que para algunos están directamente ligados a la aspiración reeleccionista del gobernador o a las chances electorales de su partido.
En eso consiste el tratamiento sobre tablas: un mecanismo que permite saltear el debate de comisiones y los consensos a los que deben arribarse en sus dictámenes. La reforma ya tiene dictamen de la comisión de Asuntos Comunales y está a consideración de la de Educación. Restará luego que pase por las de Asuntos Constitucionales, Legislación general y Presupuesto y Hacienda. Tras pasar por esas cuatro comisiones, recién podrá llegar al recinto y, de ser aprobada, pasará al Senado.
En la Cámara alta también fue girado a cinco comisiones (aún no lo trató ninguna) un proyecto muy similar al del Ejecutivo que presentaron los miembros del Frente para apurar los plazos. Todo el proceso no hubiera permitido jamás que le den los tiempos a Lifschitz para postularse de nuevo si la reforma llegase a habilitarlo a una reelección.
El debate tuvo un parsimonioso y amable trámite. Ahora el proyecto del Ejecutivo, que fue el único habilitado para la discusión de ayer, volverá a la comisión de Educación, donde deberá lograr dictamen y en la que hay otros tres proyectos presentados por distintas bancadas.
Resultó llamativa la ofuscación del ministro de Gobierno, Pablo Farías, quien, en conferencia de prensa, le recriminó “egoísmo” a la oposición (ver página 11).
Otro dato inesperado fue la sorpresiva propuesta de eliminar del proyecto la habilitación a reformar el artículo 64 (reelección del gobernador) del diputado Joaquín Blanco para convencer a “los que se dicen reformistas para que voten a favor”.
Un seguro y confiado Bonfatti abrió la sesión extraordinaria de ayer con puntualidad nórdica. Antes de las 10, hora de la cita, se sentó en el estrado principal. Cerró el debate algo más de cinco horas después con la misma flemática solemnidad. Apenas la pantalla que registra los votos electrónicos y nominales marcó el resultado. El no votó. El presidente del cuerpo sólo lo hace en caso de empate.
La lista de oradores que llegó a la treintena, la abrió el miembro informante del oficialismo, Rubén Galassi. En 35 minutos historió el proceso de recolección de información, contactos, recolección de opiniones, de sumas de respaldos y sugerencias, recorrido por los funcionarios de la Casa Gris que elaboraron el proyecto a lo largo de los últimos dos años. Buscó llevar tranquilidad sobre la amplitud de reforma que habilitaba el proyecto, aseguró que no permitiría que la capital sea trasladada ni que se alterase la libertad de culto entre otras cuestiones. Repasó también las distintas constituciones dictadas en la provincia y el país, partiendo el estatuto de 1819 de Estanislao López y ensalzando la primera constitución social que se diera en América, dijo, en referencia a las 1921.
Galassi se esforzó por dejar sentado el profundo tratamiento de elaboración que tuvo el proyecto oficial.
No convenció a los peronistas, pese a que Leandro Busatto le admitió que coincidía con mucho de lo que dijo. “No se hace una reforma imponiendo mayorías o tocando botones. La reforma de la Constitución necesita acuerdos básicos y consensos al cubo”, y recriminó que de todos los sectores consultados estuvieran ausentes los partidos políticos basándose en las mayorías agravadas que reclaman los artículos 114 y 115, de Constitución para encarar una reforma. El también peronista, Luis Rubeo, enfático, reclamó: “Con esto no se cae la reforma, se cae la posibilidad de que el gobernador sea reelecto. Díganle la verdad a la gente”.
Carlos del Frade (interbloque Igualdad) calificó a la iniciativa de mero disfraz de un intento de reelección para el gobernador.
“No vamos a votar en contra la reforma; queremos que siga la discusión en comisiones y los cuatro proyectos como acordamos en su momento”, sostuvo por su parte Héctor Cavallero (PPS). Luego señaló que los acuerdos se hacen con quienes no piensan lo mismo en base a encontrar consensos en esos disensos.
Miguel Lifschitz
GoBERNADOR:
“Gracias a los 25 diputados progresistas que le dijeron sí a la reforma, ganaron el debate. Del otro lado quedaron las excusas y la falta de argumentos”.