El problema central es la falta de información sobre el acuerdo entre el gobierno nacional y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Desde ese punto de partida comenzaron a multiplicarse las dudas en el oficialismo y la oposición sobre si acompañarán o no el programa que mande la Casa Rosada al Congreso.
Por eso en los últimos días los legisladores del Frente de Todos, Juntos por el Cambio y otros bloques opositores repiten, a quién quiera escuchar, que no pueden tomar un posicionamiento concreto sobre el acuerdo, si no tienen la denominada “letra chica”.
Esa información es la que se está terminando de redactar en el memorándum de entendimiento que se encuentran armando los equipos técnicos del ministerio de Economía y del Fondo. El texto final estaría en los próximos días. Una vez que quede redactado, el Gobierno lo enviará al Congreso para que se debata la Ley de Sostenibilidad de la Deuda Pública.
Lo que está en foco en las últimas horas es si el Presidente enviará el programa completo acordado con el FMI o el contenido que consideran central. Esa definición es la que se analiza por estas horas en Balcarce 50 y es la que sembró dudas en territorio opositor.
El 28 de enero el Gobierno anunció que existía un entendimiento con el FMI para que Argentina refinancie la deuda. Fue el primer paso. Positivo. El segundo es el staff agreement. Allí se fijan las reglas de juego. Lo que el país deberá cumplir en los próximos años. El déficit fiscal, el estado de las reservas, el tipo de cambio, las proyecciones de inflación, la emisión monetaria y la frecuencia de las visitas del Fondo, entre otros ítems.
El staff agreement es la base económica de la carta de intención que el gobierno argentino redactará y enviará al FMI. En ese documento la Casa Rosada aceptará las metas fiscales que está dispuesto a cumplir en base a la política económica que decida aplicar.
Lo que el Gobierno analiza es si envía al Congreso el programa completo o solo una parte para evitar que aparezcan más trabas para su aprobación. Más de las que ya hay. Los detalles que pueden faltar son los que empezaron a preocupar a la oposición, que ni bien tomaron conocimiento de la situación, dejaron entrever la posibilidad de condicionar el acompañamiento al acuerdo.
Juntos por el Cambio, que es el bloque opositor mayoritario, dio una muestra clara del camino que quiere seguir. En la última reunión de la mesa nacional plantearon que la clave para comprometer su apoyo era conocer la “letra chica” en profundidad y asegurarse que no habrá un aumento de impuestos. También, tomar conocimiento de las medidas que el Gobierno deberá aplicar luego de cerrar completamente la negociación.
Sin embargo, la posibilidad de que el programa no sea enviado en su totalidad, comenzó a despertar dudas. “Era evidente que esto pudiera ocurrir. Cristina Kirchner y José Mayans ya condicionaron al Gobierno”, aseguró a este medio un importante dirigente del PRO.
La Vicepresidente continúa en silencio. No ha emitido ninguna opinión pública luego de que Alberto Fernández anunciará el acuerdo con el Fondo. Tampoco después de la renuncia de su hijo Máximo a la presidencia del bloque de diputados oficialista, lo que generó una nueva crisis interna en el Frente de Todos.
El formoseño Mayans, que conduce el bloque de senadores del Frente de Todos, aseguró este lunes que necesita saber “los detalles del acuerdo para saber en qué compromiso vamos a meter al país” y sostuvo que “el pueblo argentino nos votó como representantes para hacer las cosas bien, no meternos en algo que no vamos a poder soportar”.
A diferencia de Germán Martínez, el reemplazante de Máximo Kirchner en la presidencia del bloque en la Cámara baja, que trata de juntar voluntades para acompañar el acuerdo en el recinto, Mayans puso en duda la posibilidad de acompañar el programa. Alberto Fernández pidió explícitamente el respaldo del Congreso, pero empezó a encontrarse con las trabas que le pusieron en su propio espacio político.
“Ya dejamos en claro nuestra postura. Tenemos que esperar a que manden el acuerdo, después resolveremos”, indicó un legislador de la Coalición Cívica ante la consulta de este medio. La voluntad política de Juntos por el Cambio es acompañar el programa que envíe la Casa Rosada, pero no será a cualquier costo. Una vez que tengan la información suministrada por el Gobierno, resolverán la estrategia parlamentaria.
En el Gobierno saben que esa voluntad es real y, en gran medida, la sintonizan con el comienzo de la relación de Argentina con el FMI. Es decir, los préstamos que solicitó el ex presidente Mauricio Macri y que generaron una deuda millonaria, que el país no pudo afrontar sin pedir una restructuración. “Lo menos que pueden hacer es acompañarnos después de que ellos tomaron esta deuda impagable”, sintetizó un funcionario importante de la Casa Rosada.
“Si no mandan el texto completo, con los primeros que van a tener problemas serios será con los propios. Van a tener una catarata de abstenciones en Frente de Todos. ¿Después de la carta de Máximo Kirchner van a elegir la estrategia de ocultar información a los propios?”, se preguntó un legislador del bloque opositor donde convergen peronistas y socialistas, al enterarse de la posibilidad de que el Gobierno envíe una suerte de resumen del programa.
En el búnker libertario también levantaron la voz sobre el análisis que está haciendo el Gobierno. “Pedimos la letra chica del acuerdo para participar de la discusión de los números antes de los pagos que Argentina debe hacerle al Fondo. Nunca llegó”, indicaron.
Además, en tono de queja, aseguraron: “Necesitamos tener aprobado el acuerdo para no atrasarnos en los pagos. No se conoce casi nada. Y lo poco que se conoce es bajar el déficit con el crecimiento de la recaudación en cinco años y sin suba de impuestos. Nunca se vio algo así”.
El Presidente enfrenta múltiples desafíos para poder sacar adelante el acuerdo. Necesita bajar las tensiones con Estados Unidos y el Fondo después de sus declaraciones en Rusia; debe asegurarse que la mayor parte del Frente de Todos acompañe el proyecto en ambas cámaras del Congreso y tiene que seguir gestionando el equilibrio interno para que la tensión por los posicionamientos no profundice las divisiones existentes.
Además, debe tener una hoja de ruta medianamente clara de lo que hará la oposición. En gran medida, porque podría no alcanzarle con los votos propios para sacar adelante el acuerdo, debido a que hay legisladores oficialistas que ya anticiparon que votarán en contra y aún existe un enorme signo de interrogación sobre la decisión que tomarán los diputados y senadores camporistas y cristinistas.
El camino hacia el final del acuerdo está lleno de espinas. La decisión del Gobierno sobre qué porcentaje del documento enviará pasará a ser un tema importante en la definición de los opositores. Muchos de ellos están dispuestos a dar cuórum, pero ya no solo alcanza con habilitar la sesión. Los días pasan y la estrategia debe ser cada vez más fina. Hay que saber si alcanzan las manos para aprobarlo.