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Frenético intercambio de llamadas entre Cristina y Berni tras la muerte del fiscal Nisman

CLARIN

Son 31 comunicaciones detectadas en un entrecruzamiento al que accedió Clarín. Empezaron a las 0.36 -dos horas y media después de hallado el cuerpo- y siguieron hablando hasta que se hizo de día. Investigan si allí se puso en marcha un operativo de encubrimiento.

No fue una, ni dos, como se pensaba hasta ahora. Las comunicaciones entre el ex secretario de Seguridad Sergio Berni y la ex presidenta Cristina Kirchner luego de que hallaran muerto al fiscal Alberto Nisman fueron 31. Empezaron a las 0.36 del lunes 19 de enero de 2015 -dos horas y media después de que hallaran muerto al fiscal en su departamento de Puerto Madero- y terminaron a las 16.07. La comunicación fue frenética durante algo más de 15 horas, según determina un resultado de cruces telefónicos a los que accedió Clarín. El trabajo fue encargado hace un año y finalizó en los últimos días de mayo.

Las comunicaciones son 22 llamadas telefónicas y 8 mensajes de texto enviados desde el celular de Berni a los celulares de Presidencia asignados a los secretarios privados de mayor confianza de Cristina: Mariano Cabral y Pablo Barreiro. Y desde esos números a los de Berni. Tanto él como la ex ministra de Seguridad Cecilia Rodríguez dijeron que cada vez que se comunicaban con Cristina lo hacían a través de los celulares asignados oficialmente a esos secretarios. Esos números eran Cristina. La llamada restante fue recibida por Berni desde el conmutador de la Quinta de Olivos.

Cinco de esas primeras comunicaciones suceden en dos horas y directamente desde la escena del crimen. Berni apenas mencionó haber llamado dos veces a Cristina Kirchner la madrugada en que se supo la muerte de Nisman. Una cuando iba en camino al departamento del fiscal y la otra cuando confirmó en el lugar que Nisman estaba muerto. Nunca dijo nada acerca de que llamó a la Presidenta 11 veces más. Ni que la Presidenta lo llamó a él 18 veces.

Habló con ella durante toda la madrugada: antes de las 6.30 de aquel lunes, ya se habían comunicado 12 veces. Ocho fueron desde Cristina hacia Berni (5 llamadas y 3 mensajes) y las otras cuatro, todas llamadas, en sentido inverso. La comunicación siguió hasta la tarde con 19 llamadas y mensajes más que Berni omitió en su declaración ante la fiscal Fein, en febrero de 2015, a pesar de que en aquel momento le pidieron expresamente que detallara la cantidad de comunicaciones que había tenido con la presidenta durante esa noche.

Mientras ocurrían los primeros contactos, el departamento de Nisman se iba poblando con más de 50 personas que contaminaban la escena del crimen, caminaban por todos lados y hasta llevaron comida de afuera.

Berni era los ojos de Cristina en el lugar. Qué órdenes recibió y qué órdenes dio a quienes actuaban allí mismo es algo que hoy sigue faltando en el expediente. El ex jefe de la Federal, Román Di Santo -que estuvo en la escena del crimen aquella madrugada y además era el jefe máximo de los custodios de Nisman-, nunca declaró en la causa. Nadie lo llamó.

Este jueves se cumplen 1.600 días de lo que la justicia investiga ahora como un asesinato, ocurrido el domingo 18 de enero de 2015.

En el lugar estaban el juez De Campo y la fiscal Fein, aunque llegaron más tarde que muchos policías. ¿Deberán dar ellos también explicaciones en la investigación actual por aquel desastre inicial de caos, gente pisoteando posibles pruebas y un cuerpo en el baño que nadie podía asegurar si aún agonizaba pero que nadie tampoco intentaba socorrer?

Un cuerpo que dio por muerto “a ojo” -sin siquiera tocarlo- un médico de una prepaga que se fue dos horas antes de que llegara la fiscal del caso sin firmar ningún certificado ni acta de defunción.

Este médico dijo luego que él había visto el cuerpo en una posición distinta a la que mostraban las fotos de los peritos que llegaron más tarde. ¿Cómo se movió el cadáver? Y, en todo caso, ¿por orden de quién?

Cristina no explicó nunca qué pasó aquella madrugada en que, ahora se sabe, estuvo hablando con Berni durante toda la noche y casi sin dormir: las comunicaciones se interrumpen a las 3.38 y se reanudan a las 6.29, con dos mensajes de texto de Cristina. A las 7.16 se produce la siguiente llamada, también de la ex presidenta.

Claves del caso Nisman, por Héctor Gambini

a.

AMIA

Alberto Nisman se incorporó en 1997 al equipo que investigaba el ataque a la AMIA (85 muertos), dirigido por los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia. En 2004 quedó al frente de la unidad especial AMIA creada por el presidente Néstor Kirchner, quien dijo entonces: “Apoyamos decididamente el éxito del doctor (Nisman). Sufrimos lo que sufren los familiares más la vergüenza de tener un Estado que durante tanto tiempo no supo resolver o no quiso o encubrió”. El 14 de enero de 2015, Nisman denunció a la presidenta Cristina Kirchner de armar un pacto con Irán para encubrir a los autores del ataque. Según el fiscal, el Gobierno lo hacía para obtener petróleo iraní en un momento en que la Argentina pasaba por una crisis energética.

b.

Benítez

Rubén Benítez era el custodio que mayor confianza tenía con Nisman. Declaró que el fiscal le había dicho que quería comprarse un arma y luego aclaró que, en realidad, le había pedido a él que se la comprara. La última vez que vio a Nisman fue el sábado 17 de enero de 2015, día anterior a su muerte, y declaró que se olvidó el celular. El teléfono es clave para poder determinar por dónde se movió una persona y él, jefe de la custodia, no lo llevó justo ese día.

c.

Cristina

La ex presidenta dijo por cadena nacional que supo de la muerte de Nisman por un llamado de la entonces ministra de Seguridad Cecilia Rodríguez, aunque el ex secretario de Seguridad Sergio Berni asegura que fue él quien le avisó. Como nunca declaró en la justicia, no se sabe qué dijo al enterarse ni qué órdenes dio.

d.

Data de muerte

Las pericias de Gendarmería llevan la hora de la muerte del fiscal a las 3 de la madrugada del domingo 18 de enero de 2015. Es decir, unas 8 horas antes de lo que había asegurado la autopsia. Esto significa que Nisman murió mucho más cerca de la hora en que Lagomarsino dijo que le llevó el arma asesina, durante la noche del sábado 17.

e.

Espías

Nisman trabajaba con espías y, a su vez, era espiado todo el tiempo. Cuando entraba y salía de su departamento, los prefectos que seguían sus movimientos se referían a él con la clave Delta Main. Aunque el dato figura en el expediente, hasta ahora no se sabe qué significa ni quiénes eran los destinatarios del mensaje.

f.

Federal Classic

Es la marca de la bala de alta tecnología que tenía el arma de Lagomarsino, aunque éste dijo que su pistola era vieja y estaba en desuso. La bala era de alta velocidad y tenía la punta hueca, para asegurar el daño a la víctima. Es el tipo de bala que utilizan los asesinos a sueldo.

g.

Golpes

Las nuevas pericias de Gendarmería determinaron que Nisman fue golpeado para ser reducido antes de ser ejecutado. Le pegaron en la espalda, a la altura de los riñones, le fracturaron la nariz, le doblaron un dedo de una mano y le partieron un diente. Según los peritos, ninguna de estas hematomas pudo haberse originado por la simple caída tras un presunto suicidio.

h.

Huellas

Las únicas huellas que se hallaron de Lagomarsino en el departamento estaban en un pocillo de café. No había huellas de él ni siquiera en el arma que él mismo dijo haberle entregado a Nisman. Según los peritos de Gendarmería, los asesinos limpiaron la escena del crimen. Tampoco había huellas de Nisman en el arma ni del arma en Nisman.

i.

Irán

Nisman había investigado diversos contactos informales entre funcionarios y otras personas vinculadas al gobierno de Cristina Kirchner con funcionario iraníes, presuntamente para ultimar los detalles del pacto que confirmaron ambos cancilleres en 2013. Argentina lo convirtió en ley y luego la justicia la declaró inconstitucional. El parlamento iraní jamás lo aprobó. Al declarar ante el juez Bonadío por el caso, el ex vicecanciller K, Roberto García Moritán, afirmó: “El memorandum con Irán perseguía la impunidad” del atentado a la AMIA.

j.

Jaime

El ex hombre fuerte de la SIDE trabajaba con Nisman codo a codo. Tras la muerte, declaró durante 8 horas y afirmó que, para él, Nisman había sido asesinado por agentes de inteligencia “por el trabajo que venía realizando”. Stiuso dijo que, entre quienes seguían a Nisman, había “grupos de inteligencia paralelos” armados por un ex director de la SIDE K. Y definió a Nisman como “un blanco fácil”. Allí mismo dijo que no contestó los llamados que el fiscal le hizo el día antes de su muerte porque tenía el volúmen bajo del celular y porque no quería ser un “salvavidas de plomo” para el fiscal, que hablaría en el Congreso el lunes. Stiuso había sido hechado de la SIDE un mes antes.

k.

Ketamina

Es un potente analgésico que se usa en veterinaria para los caballos y produce efectos alucinógenos en los seres humanos. Los peritos de Gendarmería hallaron restos en Nisman. Creen que con esa sustancia lo drogaron para dominarlo, tras los golpes del comienzo con que lo redujeron. Sin embargo, no se pudo determinar si se la inyectaron o se la dieron vía oral.

l.

Lagomarsino

Diego Lagomarsino dijo ser un experto informático contratado por Nisman para trabajar en su fiscalía, pero allí muy pocos lo conocían y nadie recordó haberlo visto arreglar una computadora. Sostiene que Nisman se suicidó, pero asegura no haber notado que el fiscal estuviese angustiado o deprimido por algo. Desde que comenzó la investigación, sus abogados -del mismo estudio que defendió a Lázaro Báez y ahora trabaja para Julio De Vido- siempre impugnaron las pericias que demuestran que se trató de un homicidio. En una entrevista con Clarín aseguró: “Acá mienten todos, menos yo”.

ll.

Llamadas

El domingo en que hallaron el cuerpo de Nisman hubo un cúmulo de llamadas entre Stiuso y otros agentes de la ex SIDE como Juan Martín Mena, Fernando Pocino, Alberto Mazzino y hasta el propio César Milani, por entonces jefe del Ejército y de un grupo de inteligencia paralelo que respondía a Cristina Kirchner. Esos llamados eran infrecuentes en un domingo de verano y aún se trabaja en los entrecruzamientos para determinar cuántas veces habló cada uno con los demás.

m.

Miño

Sargento primero de la Policía Federal, Luis Miño fue uno de los custodios que buscaron a Nisman durante 11 horas mientras el fiscal estaba muerto. Más allá de sus contradicciones en el expediente, fue llamativo que, tras semejante búsqueda, no entrara al departamento del fiscal cuando consiguieron que la puerta fuese abierta por un cerrajero. En ese momento, Miño se quedó en la planta baja del edificio y no se sabe qué hizo. Fuentes judiciales le atribuyen vínculos con la SIDE.

n.

Niz

Armando Niz también es sargento primero. Buscó a Nisman con Miño y fue él quien entró con la madre de Nisman y una amiga de ella luego de que el cerrajero abriera la puerta del departamento. Hay un dato llamativo sobre él: tenía un trasplante de riñón programado para el martes pero igual fue a trabajar el domingo. Justo él, quien debía estar con parte de enfermo ese día, fue el único de los 10 custodios de Nisman que terminó hallando su cuerpo. Niz, igual que Miño y Benítez, siguen perteneciendo a la Policía Federal, donde están en situación de disponibilidad, pero cobrando el sueldo.

ñ.

Ñus

Son bovinos parecidos a los búfalos y citados en ciertos manuales de Criminología para graficar un excesivo descuido de los investigadores en la escena del crimen. Así lo consideraron también, al principio del caso, los forenses de la querella en el caso Nisman. Dijeron que los policías pisoteando todo en el lugar actuaron como “una manada de búfalos”.

o.

Objetivo

Si la Justicia da por probado que se trató de un homicidio, ahora hay que avanzar sobre sus causas y sus asesinos. Por qué Nisman fue un objetivo para ellos y, en todo caso, por orden de quién o quiénes actuaron. La muerte de Nisman significó evitar todas las medidas judiciales que el fiscal pediría contra la presidenta y los funcionarios del gobierno (allanamientos, indagatorias, etc.) en lo que era pleno año electoral.

p.

Pistola

Nisman fue ejecutado con la pistola 22 que le llevó Diego Lagomarsino. Era un arma “vieja”, según su dueño, que funcionó perfectamente para matar a Nisman. Aunque no dejó huellas de pólvora en las manos del fiscal, el arma esparció esos rastros cada vez que fue disparada en las pericias posteriores. Los peritos creen que esto es así porque no fue disparada por Nisman sino por uno de sus asesinos.

q.

Quijotada

Entre quienes sostienen el suicidio describen así la decisión de Nisman de acusar a Cristina Kirchner y a su gobierno de encubrir a los iraníes. Según esta hipótesis, Nisman quedaría descolocado por una presunta falta de sustento de su acusación, haría el ridículo tras su quijotada, y entonces habría decidido anticiparse a eso quitándose la vida. Los numerosos testimonios en el expediente contradicen esta teoría y hablan de un Nisman entero, orgulloso y hasta ansioso por defender ante el Congreso la denuncia en la que había trabajado durante varios meses.

r.

Rodríguez

Es el apellido del ex agente de inteligencia de la Fuerza Aérea, apodado El Moro. Amigo de Nisman desde los tiempos del ataque al cuartel de La Tablada, donde trabajaron juntos, fue quien le presentó a Lagomarsino para que trabajara con él. Aunque es amigo de Lagomarsino, este ex agente sostiene que Nisman fue asesinado.

s.

Sangre

La clave de las últimas pericias de Gendarmería está en el “mapa” de la sangre que quedó en el baño tras la muerte de Nisman. Siguiendo la precisión de esos rastros, determinaron que el fiscal fue ejecutado por un hombre mientras otro lo sostenía desde atrás, arrodillado frente a la bañera.

t.

Timerman

El ex canciller fue quien firmó el Pacto con Irán. Anticipando el impacto de su denuncia, Nisman le contó al ex agente Moro Rodríguez: “Al canciller lo tengo hasta las bolas”.

u.

Últimas horas

Se plantaron pruebas para hacer creer que el fiscal pasó sus últimas horas leyendo los diarios en su computadora y buscando en Google la palabra psicodelia, como si tuviese curiosidad por alguna experiencia alucinógena. Pero todo eso ocurrió cuando, según las últimas pericias, ya estaba muerto. Creen que todo fue hecho para simular un estado de ánimo que Nisman no tenía.

v.

Vínculos

Nisman compartía una cuenta en el exterior con Lagomarsino y se había hecho amigo de Antonio “Jaime” Stiuso. Su amigo Moro Rodríguez, también espía, le había dicho: “No te dejes infiltrar por espías”. Ese mismo entorno rodeaba al fiscal en algunas de sus salidas nocturnas. Y de allí mismo salieron después las fotos de Nisman en la playa, con modelos, tratando de ensuciar su imagen justo cuando se debatía si el caso debía pasar al fuero federal.

w.

WhatsApp

El fiscal mantenía contacto fluído con periodistas, asistentes y también con su familia. Todos los mensajes fueron borrados de su celular. Incluso los que le enviaba desde París su hija Iara para preguntarle cómo estaba cuando ya sabían que lo estaban buscando y la custodia no tenía noticias sobre él.

x.

Xenofobia

Pocos días después de la muerte del fiscal, aparecieron carteles xenófobos en Villa Crespo, pegados sobre las avenidas Corrientes, Juan B. Justo y Scalabrini Ortiz: “El judío bueno es el judío muerto. El judío bueno es Nisman”. El entonces titular de la DAIA, Julio Schlosser, se comunicó con el secretario general de la presidencia, Aníbal Fernández, quien le dio “todas las garantías” para esclarecer el episodio y detener a los culpables. Nunca hubo esclarecimiento ni detenidos.

y.

Yussuf

Es el apodo de Jorge Alejandro Khalil, el más desconocido de los acusados por Nisman de encubrir a los autores del atentado a la AMIA. Para Nisman, Yussuf era un agente iraní que negoció en secreto los términos del pacto con la Argentina y mantenía contactos con el piquetero Luis D’Elía, a quien le ordena en una escucha: “Tené perfil bajo por 10 días por lo menos… yo sé por qué te lo digo”.

z.

Zona liberada

Si fue un crimen cometido por profesionales que luego se ocuparon de borrar huellas y montar pistas falsas en la computadora, crecerá la hipótesis de una zona liberada para asesinar, acondicionar la escena y salir con toda facilidad de un lugar que tenía una vigilancia privada vulnerable: el vigilador que estaba a cargo cuando Lagomarsino fue a llevarle el arma a Nisman declaró que él no registró el ingreso porque el fiscal pidió que lo dejaran pasar rápido. Sin embargo, tras la muerte de Nisman Lagomarsino apareció debidamente registrado. Hasta hoy no se sabe quiénes ni cuándo lo agregaron a la lista de las visitas.

Aunque Berni dijo públicamente que fue él quien le avisó a la presidenta sobre la muerte de Nisman, Cristina diría poco después, por cadena nacional, que se enteró por una llamada de la entonces ministra de Seguridad Cecilia Rodríguez. ¿Dio una versión distinta para esconder todos los llamados que tuvo con Berni y evitar explicar si estaba dando instrucciones y de qué tipo?

Fuese o no así, la ex ministra Rodríguez sigue sosteniendo aquel relato. En marzo de este año, cuando declaró ante los investigadores, ratificó que Cristina se enteró por ella de la muerte de Nisman y hasta detalló cómo reaccionó la ex presidenta:

-¿Me estás jodiendo?, contó que le dijo Cristina.

Rodríguez fue a declarar por una carpeta blanca hallada en su Ministerio donde queda claro que había un seguimiento a Nisman y a su familia y luego un monitoreo de la causa que investigaba la muerte del fiscal. Ese control pareció comenzar apenas entró el primer policía al departamento, luego de que un cerrajero liberara el pestillo de una cerradura que estaba con la llave puesta del lado de adentro pero sin girar.

A los investigadores les llamó la atención que Berni hubiese convocado al departamento de Nisman a su jefe de prensa. Cuando se fueron de allí, pasadas las 3 de la madrugada, los esperaba en el Ministerio de Justicia el entonces ministro Julio Alak.

Allí redactaron un comunicado donde -visto en perspectiva- ya se sugería el suicidio: decía que la puerta del departamento estaba cerrada con la llave puesta del lado de adentro. Era una verdad a medias: la puerta estaba con la llave puesta pero sin girar. Es decir, no se podía entrar pero cualquiera pudo salir.

Otro que estuvo en aquella reunión junto a Berni y Alak fue Darío Ruiz, el funcionario de Seguridad que le avisó a Berni que algo pasaba en el departamento de Nisman. A él le preguntaron si el jefe o el segundo de la Side, Oscar Parrilli y Juan Martín Mena, estaban allí. Dijo que a Parrilli no lo vio y que a Mena “no lo recuerdo”Berni y Cristina hablaron cuatro veces más mientras ocurría esa reunión “de crisis” y en el departamento de Nisman seguía el caos de lo que los forenses llamaron “una manada de búfalos”.

Los custodios que dejaron solo a Nisman el fin de semana en que justamente necesitaba mayor custodia dijeron que ellos no reportaban a sus superiores de la Federal sino directamente al fiscal. Muerto Nisman, ¿a quién reportaron, entonces?

Esa misma tarde del 19 de enero de 2015 -mientras Cristina y Berni se seguían llamando- el custodio Rubén Benítez habló con un agente de inteligencia apodado Cato. Esa llamada también estaba oculta y surgió en esta nueva etapa de investigación del caso. Ese día Benítez empezó a decir que Nisman le había estado pidiendo una pistola. Lo mismo que luego dijo Lagomarsino.

El ex espía Antonio Stiuso declaró hace tres meses que en aquella carpeta blanca hallada en el despacho de Cecilia Rodríguez quedaba claro cómo los primeros entrecruzamientos de llamadas del caso se dirigían hacia él y Massino (ex director de Análisis de la ex Side), y no hacia el sector de inteligencia más pegado al gobierno kirchnerista, que era el de Fernando Pocino (director de Interior de la Side) y César Milani. Y que además allí mismo comenzó la campaña de desprestigio a la víctima que incluyó afiches en la vía pública con fotos de Nisman junto a modelos en la playa.

La ministra Rodríguez declaró que no tenía idea de que Nisman tuviera custodia y que nadie le dijo que había que tomar medidas especiales con el fiscal que al día siguiente denunciaría a la Presidenta de la Nación ante el Congreso por encubrir el atentado a la AMIA. Insólitamente, también declaró no saber si había que cumplir algún protocolo para preservar la escena de un crimen, que ella no mandó a Berni al lugar y que Berni tenía “ese avasallamiento que lo caracteriza y que a veces dificultaba el trabajo”.

Cuando le preguntaron qué sintió al enterarse de la muerte de Nisman respondió: “La impotencia de no haberlo cuidado”. Quizá demasiada culpa para quien contesta no tener idea de nada. Cecilia Rodríguez es ahora la secretaria de Seguridad del intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi.

¿Quiénes eran los secretarios privados que aquella noche le pasaban los teléfonos a la presidenta?

Mariano Cabral sigue siendo el asistente de mayor confianza de Cristina. Trabaja con ella en el Senado, la acompaña en todos sus viajes -incluido el reciente a Cuba, cuando fueron a visitar a Florencia Kirchner- y la habría ayudado con la organización del libro Sinceramente.

Pablo Barreiro empezó a trabajar con Cristina en 2010 reemplazando a Fabián Gutiérrez, otro secretario que había sido imputado por enriquecimiento ilícito. Es hijo de Ricardo Barreiro, un ex secretario de Néstor Kirchner que trabajó en la administración de los hoteles de la familia en el Sur. Renunció en 2015, cinco meses después de la muerte de Nisman. En los últimos dos años que estuvo junto a Cristina su patrimonio creció un 115 por ciento.

Los cruces telefónicos son en esta etapa -a más de cuatro años del crimen- la esperanza mayor para desentrañar cómo pudo organizarse lo que para la justicia es el asesinato de Nisman y acaso, inmediatamente, su encubrimiento.

En ese mismo trabajo surgió el año pasado que no fue Nisman quien había contactado a Lagomarsino el sábado en que el asistente informático dijo llevarle el arma sino al revés: Lagomarsino lo había llamado primero. Significa que si había un plan para matarlo -como cree la Justicia ahora- pudo ponerse en marcha en ese instante. Lagomarsino está procesado por partícipe necesario de homicidio y espera el juicio oral en su casa de Martínez, monitoreado con tobillera electrónica.

Los últimos cruces de llamadas se analizan en una fiscalía especial que dirige Eduardo Taiano fuera de Comodoro Py. Está en el microcentro porteño, a pasos de la Agencia Federal de Inteligencia. Aún se estudian cientos de llamadas cruzadas entre miembros de la ex Side y el ex jefe del Ejército César Milani, aquel domingo apacible de enero a la mañana, cuando Nisman ya estaba muerto y sus custodios ni siquiera habían empezado a buscarlo.

Según esta hipótesis acerca de los espías, el crimen de Nisman se investiga ahora a metros de donde quizá comenzó.

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