El pasado martes, cerca de las 15 horas, dos planeadores que participaban de un campeonato de vuelo a vela con base en el aeródromo de Rafaela debieron realizar aterrizajes de emergencia en la zona rural de Tacurales, departamento Castellanos.
Uno de los testigos del hecho, el productor Maico Boschetto, relató cómo fue el inusual episodio mientras trabajaban en plena cosecha de trigo. “Estábamos cosechando, y de repente vimos un avión haciendo círculos. Pensamos que era una fumigadora, que estaban practicando”, contó.
“Pero al ratito, aterrizó uno en un campo nuestro de 130 hectáreas, donde no hay nada. Fuimos enseguida a ver si estaba todo bien”.
Sin lesiones, pero sin señal
El primer piloto descendió sin problemas. Según Boschetto, el joven, oriundo de Junín, no presentaba heridas ni daños materiales. “Nos dijo que estaba todo bien. Que siguiéramos trabajando tranquilos. Tenía todo lo que necesitaba, pero no tenía señal de celular. Así que mi viejo le prestó el teléfono y le pasó la ubicación a la camioneta de auxilio que lo venía a buscar”, detalló.
Mientras esperaban que llegara el equipo de rescate con el tráiler para el traslado del planeador, ocurrió algo inesperado: “Media hora después, vimos que bajaba otro planeador más. Fuimos también a ayudar, y nos dijo lo mismo: que estaba todo bien, pero que no podían seguir en el aire por el calor. Se les hizo imposible mantener vuelo”.
“Salieron 20 desde Rafaela, algunos iban a seguir cayendo”
Los pilotos habían despegado desde Rafaela al mediodía del martes y ya llevaban varias horas de vuelo cuando las condiciones térmicas desfavorables comenzaron a complicar la jornada. “Nos dijo que salieron 20 planeadores desde Rafaela, y que seguro algunos más iban a tener que aterrizar en distintos lugares. El calor era muy fuerte y no podían sostenerse arriba”, explicó el productor a RADIO RAFAELA.
El segundo aterrizaje también se produjo sin incidentes, en un sector con buena visibilidad y sin obstáculos. “Fue una tragedia con suerte, porque el campo era limpio, sin plantas ni alambrados. Pudieron aterrizar bien. Yo le decía, por ahí te tocaba una zona con palmeras o con palo borracho, y era otra historia”.
Tras los aterrizajes, las camionetas auxiliares del equipo de competición llegaron a la zona, localizaron los planeadores y los desarmaron para su traslado. “Les sacaron las alas, las colocaron en el tráiler y se los llevaron”, explicó Boschetto. “Todo fue muy organizado. Ellos sabían cómo proceder, pero igual estuvimos ahí por si necesitaban algo”.
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