LA CAPITAL
Esta semana, Omar Perotti va a pedirle a Miguel Lifschitz conformar una mesa de transición y hacerle un inesperado reclamo: que le devuelvan los 1.600 millones de pesos que Jorge Obeid le dejó a Hermes Binner en diciembre del 2007, y que hoy, actualizados, serían unos 24.302 millones con 150 mil pesos.
Así, el peronismo piensa marcarle la cancha al socialismo, tras sus 12 años de gestión. “Hoy lo que más nos preocupa es la transición”, repiten cerca del rafaelino. Tanto que ya resolvieron quienes serán los que participarán de esa instancia de seguimiento y coordinación por parte del gobernador electo.
En primer lugar estará el hombre de mayor confianza de Perotti, el hoy diputado provincial Roberto Mirabella, quien confirmó que asumirá en diciembre como senador nacional en reemplazo del electo gobernador santafesino. Había dudas sobre eso, pero ya se confirmó que no se resignará ese lugar en la Cámara Alta.
También pedirán que participe de la transición Rubén Michlig, quien estuvo en el anterior traspaso entre partidos, cuando se realizó este mismo proceso entre los gobiernos de Obeid y Binner, por lo que podría refrendar aquellas condiciones. Michlig es asesor del bloque del peronismo, estuvo en aquella transición y conoce las condiciones que Binner le puso a Obeid.
“Vamos a pedir lo mismo”, dicen con picardía al mencionar aquellos fondos anticíclicos que la última gestión justicialista en Santa Fe dejó para reactivar y contrarrestar momentos complicados para la economía santafesina o reactivar la industria en tiempos de crisis.
Fueron 1.611 millones de pesos que quedaron en Rentas Generales. Multiplicados por el índice de precios al consumidor del Instituto Provincial de Estadísticas y Censos, entre diciembre de 2007 hasta mayo de este año, hay que aplicarle una actualización del 1408,51 por ciento. Da la friolera de $24.302.150.000. Desde el peronismo sólo se hacen una pregunta: ¿”nos van a dejar lo mismo, o sólo deuda?”
Licitaciones y designaciones
Pero no es sólo eso lo que preocupa al gobernador electo. En los últimos días dicen haber detectado concursos para ascender a directores generales, llamados a licitación (como el de la Tarjeta Unica de Ciudadanía), el envío de 400 millones a Rosario o el pase a planta permanente de algunos de quienes integraron la fallida lista de designaciones en el Ministerio Público Fiscal.
“Tienen que entender que desde el 17 de junio empezó otra etapa. No se pueden tomar decisiones que comprometan al futuro gobierno”, repiten y sostienen que no se trata sólo de una cuestión política, sino también legal. “Binner cuando asumió la gobernación paró la licitación de los acueductos en Rafaela”, recuerdan.
Medio en broma, cuentan que a Perotti le dijeron que vuelva a la provincia porque el escrutinio definitivo ya lo consagró gobernador, un detalle que ahora pasó desa-percibido, pero que en la previa de los comicios insumió reparos y controles varios.
Seguridad y empleo
Desde las usinas del nuevo gobernador se aclara que tienen demasiado claro los temas que se abordarán en los primeros días de gobierno. “Son los de la campaña: seguridad, boleto gratuito y empleo”. Pero antes hay que armar la transición y, probablemente recién para después de las elecciones de octubre, se tenga claro el equipo que conducirá la gestión.
Quienes conocen a Perotti arriesgan que va a convocar a los mejores “vengan de donde vengan”, y apelan a su condición de hombre austero en el manejo de la cosa pública para asegurar que “va a producir una notable reducción de la estructura del Estado”.
Calculan que los 1.500 cargos políticos que existen hoy se podrían reducir notablemente. En principio ya adelantó que va a eliminar los nodos regionales que creó el socialismo por considerar que burocratizan la gestión y sólo sirvieron para emplear gente.
En tren de arriesgar afirman que formará un gabinete de gente joven con un perfil técnico profesional pero también formación política. “No bastará con ser militantes, también tendrán que ser capaces”, confían.
Por qué ganó
A la hora de contener a todos los sectores internos, si bien hay 14 partidos involucrados en el frente Juntos, y tampoco Perotti descarta convocar a extrapartidarios, se descuenta que entre los principales sectores que estarán en el nuevo gobierno estarán los representantes de los senadores, que fueron vitales a la hora de gestar la unidad del peronismo y aportaron a la compañera de fórmula. También Unidad Ciudadana, que resignó dos precandidaturas a gobernador, y María Eugenia Bielsa, que acompañó en la campaña después de la interna.
Todos reconocen que esta unidad fue mérito de Perotti, pero también del resto de los actores que por primera vez decidieron ir juntos a una elección. Esto se notó a la hora de contar los votos: el gobernador electo perdió en 8 departamentos y ganó por poco en algunos, pero sacó una diferencia notable en el sur: 8 puntos en Rosario y 15 en San Lorenzo.
En 2015 los análisis políticos se preguntaban qué pasaba que los 11 senadores del PJ sacaron casi cien mil votos más que el mismo Perotti. No se lograban transferir los votos del territorio al candidato. Esta vez, la campaña fue un solo bloque. Y eso marcó la diferencia.
Pero esto tiene una historia. El PJ estaba en ruinas, se llegaron a deber cuatro meses de sueldo a los empleados; el bloque de senadores estuvo dividido en dos y tres partes. Pero de a poco se recuperó la unidad del partido y la del bloque. En 2017 la aparición de Alejandra Rodenas llevó a cosechar 200 mil votos en 60 días y se entendió que si se sostenía la suma de votos, el peronismo podía ganar.
No se contaba en ese momento con el hartazgo de la gente con la gestión socialista ni con la caída de Cambiemos. Había tres tercios todavía.
Pero lo que vino no fue casualidad. Hubo un cambio de paradigma en el peronismo provincial. Desde el retorno de la democracia, el peronismo gobernó la provincia durante seis períodos consecutivos, varios de ellos gracias a la ley de lemas que permitió la coexistencia de sectores y dirigentes con profundas diferencias, pero que no se cerraban a nivel partido. En esos tiempos el PJ no tenía vida interna y se vació de dirigentes.
En el 2015 el kirchnerismo ordenó la política santafesina. Después de esa derrota y años de catarsis, el poder residual del justicialismo en la provincia quedó en poder de los senadores que asumieron la reconstrucción, e hicieron valer la mayoría con la que contaban en el único espacio institucional que los contenía: el Senado.
El primer paso fue unificar el bloque después de diez años de funcionar dividido. El segundo, darse una conducción partidaria. Después vino un nuevo espacio que contuvo a todos los sectores excluidos. En 2017 se resolvieron las diferencias internas en las Paso que, como ahora, repitieron el apotegma de que “el que gana conduce, y el que pierde acompaña”
En el Senado el PJ perdió San Jerónimo pero sumó los dos departamentos más importantes: Rosario y La Capital. Ganó la Gobernación y disputó Rosario.
En tiempos de renovación, el éxito político del resurgimiento del PJ fue construido artesanalmente por el diseño de sus dirigentes más experimentados, que sumaron nuevas figuras que generan expectativas de proyección.