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Lifschitz busca un armado nacional con los radicales “desencantados”

Paso a paso, el socialismo se va perfilando como actor ineludible en un nuevo frente “progresista” que sueña con terciar el año que viene en la elección nacional para renovar la presidencia. Siempre con la figura de Miguel Lifschitz (acompañado ayer por Antonio Bonfatti y Mónica Fein entre otros dirigentes del PS) como actor central de la nueva construcción política ya lanzada, ahora fue el turno de ensayar una puesta en escena con socios radicales. La semana pasada el socialismo se mostró con dirigentes de recorrido (parcial) en el peronismo, como Sergio Massa; ayer fue el momento de juntarse con Ricardo Alfonsín. Y con unos quinientos militantes del partido de la boina blanca. Con una excusa sagrada: la evocación del 35 aniversario del triunfo de Alfonsín padre. El 30 de octubre de 1983.

Margarita Stolbizer, otra actora permanente de los proyectos de alianzas filorradical y socialista, también fue oradora ayer en el Palacio Alsina, a pocas cuadras del Obelisco de Buenos Aires. La titular del partido GEN ya no aspira a un rol principal en el armado progresista, sin embargo otorga impronta, discurso, a modo de un pequeño Estado, asociado, a los que hegemonizan el proyecto.

Se sabe, un sector del partido radical ha comenzado a colocarse en los márgenes de la alianza Cambiemos. Y amaga con dar el salto a otra vía de acumulación política pensando en la elección de 2019. Mauricio Macri y Cambiemos ya no son lo que fueron, y de continuar atados a ese proyecto, ya son varios los radicales que imaginan podrían naufragar. La discusión está abierta.

“Los están midiendo (a Lifschitz y a Ricardito Alfonsín), después se verá si de ahí puede surgir la fórmula, y en qué orden”, comentaron a LaCapital algunos especialistas del partido de Alem.

El gobernador de Santa Fe, orador intermedio entre Margarita y el cierre de Alfonsín, ofreció el discurso político más consistente de la noche. En cerca de 30 minutos caracterizó la alianza con la que sueña, la dotó de contenidos, de sus novedades, su sentido ético y estético. “Alfonsín fue el mejor presidente de los 35 años de democracia”, se la jugó Lifschitz. Y luego, “el peronismo, el radicalismo, Cambiemos y nosotros mismos hemos fracasado”, arriesgó.

Desde ese diagnóstico, Miguel Lifschitz imagina lo nuevo “porque con la democracia no se comió ni se curó ni se educó”, como soñó Raúl Alfonsín en aquella lejana Argentina de hace 35 años. Son las asignaturas pendientes. De todos modos, el santafesino reivindicó los enfrentamientos que protagonizó el primer presidente de la democracia recuperada con la Iglesia, y con los “oligarcas de la Sociedad Rural”, recordó Lifschitz, por aquel discurso implacable frente a una silbatina, en la muestra de la Rural, en Palermo, en 1988.

Si bien el rosarino titular de la Casa Gris fue autocrítico cuando reconoció que desde el llamado progresismo “no supimos construir” una alternativa de poder real, “nosotros no somos los bolsos de López, ni la privatización y luego estatización de YPF”. “Tenemos autoridad moral”, se autoelogió el gobernador, que pone a rodar sus energías para construir una alternativa electoral.

“Hay mucha gente que no quiere más a Cambiemos, tampoco a Cristina; está sin alternativa, ahí tratamos de jugar nosotros”, comentaban entusiastas a este cronista desde las cercanías de Lifschitz ayer en el Palacio Alsina de Buenos Aires.

Ante la demoledora crisis económica, el “progresismo” replantea su discurso. Ya no ven en el “honestismo” una carta ganadora. Creen que es necesario agregar una propuesta de orden económico y social consistente. “Ya no se trata de ser «anti» (en alusión al antikirchnerismo, que le dio resultado a Cambiemos), ahora la propuesta tiene que ser «a favor», abundó el gobernador de Santa Fe.”No más recetas viejas, es hora de construir una plataforma que incluye al feminismo, la ecología, entre tantas nuevas demandas de la sociedad, siempre con una gestión honrada, ética”, abundó.

El cierre del acto, que había comenzado con la intervención de dos intelectuales afectos a las proximidades de la política, aunque no a involucrarse de manera decidida, como Beatriz Sarlo y Alejandro Katz, correspondió al dueño de casa y organizador, Ricardo Alfonsín. Que fue diputado nacional por Cambiemos hasta diciembre de 2017. Y que acompañó en su totalidad las votaciones de la alianza oficial hasta el final de su mandato.

“Necesitamos fundar la segunda transición democrática, la que nos permitirá pasar del subdesarrollo al desarrollo”, planteó Ricardito, como se lo conoce en el mundo político, a pesar de sus 66 años.

“La República sola no alcanza” reforzó Alfonsín, y luego avisó (tal vez por la experiencia del gobierno radical de la Alianza) que “la capacidad de esfuerzo de la sociedad no es infinita”, en alusión al ajuste que sufren hoy vastos sectores de la base de la pirámide social en la Argentina.

“Nuestra tarea desde la política es superar la grieta”, se propuso Alfonsín, que sueña con volver a encabezar una fórmula presidencial como en 2011. Aunque ahora tendrá que demostrar que puede llegar más lejos que otro actor de peso en el progresismo: Miguel Lifschitz.

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