DIARIO UNO
El gobernador se refirió así a las declaraciones del diputado provincial, Eduardo Di Pollina, quien dio a entender que votará por la fórmula Fernández–Fernández.
La tormenta en el socialismo parece no tener fin. El enfrentamiento secreto que tenían el actual gobernador, Miguel Lifschitz y el exmandatario y presidente de la Cámara de Diputados, Antonio Bonfatti, sigue mostrando que las fisuras internas en el partido de la rosa están más cerca de crecer que de sanarse.
Este lunes fue el diputado provincial, Eduardo Di Pollina, quien mostró diferencias con Lifschitz y su manera de buscar acuerdos políticos para construir una opción nacional de cara a la elección presidencial. Pero, además, dijo explícitamente que su sector no acompañará la fórmula que componen Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey.
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Al ser consultado al respecto, el gobernador respondió seco y tajante: “No me sorprendió”. En la conferencia de prensa que brindó en el marco de la entrega de 12 ambulancias, también le preguntaron si en el socialismo son muchos los que piensan como Di Pollina. Al respecto dijo: “La verdad es que no lo sé. Él estará incómodo, pero el Partido Socialista es un partido orgánico y actúa de acuerdo a las resoluciones de su congreso nacional, de su comité nacional y de la junta provincial de Santa Fe“.
Luego, ante la pregunta sobre qué era lo que había resuelto el partido sobre las candidaturas presidenciales y particularmente sobre si se decidió el apoyo a la fórmula de Lavagna, respondió: “Por supuesto que la integración en Consenso Federal y el acompañamiento a la fórmula Lavagna- Urtubey”.
—¿Esto planteó una división en el Partido Socialista?– le preguntaron.
—No. Fíjese que hoy todos los frentes tienen peronistas; todos los frentes tienen radicales, así que si algún socialista díscolo quiere hacer otra cosa que lo que decide el partido no cambia en nada.
“El partido socialista nunca dijo otra cosa distinta de lo que está haciendo, que iba a trabajar por una alternativa que fuera superadora de la grieta y es lo que estamos haciendo. Somos absolutamente coherentes con lo que hemos sostenido desde el principio”, sostuvo y confirmó que este miércoles Lavagna va a estar en Rosario y que participará de las actividades que el candidato presidencial tenga.
Algo más que un “No” a Lavagna
“Tomamos la decisión política de hacer pública nuestra postura de no acompañar la fórmula Lavagna-Urtubey. No nos representa, está lejos del progresismo, y mucho más del Socialismo. Es más de los mismo de lo que está ocurriendo con Macri”, sintetizó Di Pollina el lunes en LT9. En un par de frases el diputado provincial no solo se mostró ajeno al armado que encaró Lifschitz, si no que, además, le puso un freno al gobernador. Y no es la primera vez que lo hace.
A principios de 2018, cuando el gobernador encendió los motores y aceleró a fondo por la reforma de la Constitución, fue el propio Di Pollina quien dijo que la reforma debería encararse en 2020 y que “uno no tiene que anteponer otro interés que el de la Constitución misma”. Esas declaraciones se leían en ese momento como un no al intento de reelección de Lifschitz. Si eso sucedía, Bonfatti asomaba como el único candidato a gobernador del Frente.
Ahora parece repetirse parte de la historia, pero con algunas diferencias notorias. Después de las elecciones provinciales de junio, donde Bonfatti perdió la elección a gobernador con Omar Perotti, el Frente Progresista comenzó una etapa de replanteos. El partido de la rosa, en esta ocasión, perdió hasta la Municipalidad de Rosario que gobierna desde 1989. Lifschitz fue el único que ganó algo. En las elecciones a diputados provinciales se impuso claramente con una lista que armó de puño y letra y por eso parece quedar como el único referente vivo del socialismo.
Por su parte, el sector de Di Pollina y el de Bonfatti se quedaron con parte de la estructura del partido, pero eso suena a muy poco para competir por espacios de poder y de toma de decisiones. Por eso no debe extrañar que a pocos días de las Paso para la presidencia haya sido Di Pollina quien vuelva a tomar protagonismo. Esta vez es para intentar ponerle otro freno a Lifschitz y que no quede como la única figura que aglutina las voces del Frente Progresista. Las heridas internas están a flor de piel.