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Muñoz entre tantos dirigentes recordó al ex Gobernador Miguel Lifschitz a un año de su fallecimiento
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Hoy se cumple un año de su partida. Tenía 65 años. Luego de varios días de lucha, el Covid pudo con quien fuera gobernador de Santa Fe entre 2015 y 2019, dos veces intendente de Rosario, presidente de la Cámara de Diputados de Santa Fe, entre otras responsabilidades. Graves complicaciones derivadas de la enfermedad, terminaron con su vida. «Se fue, así. Con sus convicciones. De pie. A pocos días le iba a tocar vacunarse. Pero nunca saltó la cola. Ni se le podía insinuar eso. La ética, la responsabilidad, el respeto, formaban parte de su accionar diario».
Durante su gestión como gobernador, una catarata de obras y programas inundaron cada rincón de la Provincia. No por casualidad, se fue de la gestión con cerca del 70% de imagen positiva. Algo pocas (o nunca) veces visto. Era el dirigente «casi indiscutido» que iba a aglutinar a un enorme arco opositor para las elecciones a senadores nacionales del año pasado… y, probablemente, a gobernador en el 2023.
«Eran las obras pero por sobre todo era el saber escuchar a la gente. Dialogar. Miguel entablaba conversación con cada persona que lo requería». Fue el primer gobernador que visitó a cada uno de los 365 distritos de la Provincia. Desde el Paraje más pequeño hasta la ciudad más grande. Su idea era conocer en el lugar de qué se hablaba y qué impacto había tenido cada obra realizada. Y, claro está, que necesidades había. El «mano a mano con la gente» era primordial. El camino, la escuela, la iluminación, la comisaría, el pavimento, la maestra, el médico, el jardincito, el Volver a Estudiar, el Plan Abre, las nuevas oportunidades…. Todo con miras de «mejorar la calidad de vida de los santafesinos» como le gustaba decir.
Desde otros partidos, muchos referentes lo recuerdan como «un dialoguista nato. Después de acaloradas discusiones, te llamaba, te invitaba a tomar un café y cada uno podía exponer su punto de vista. Era una persona con quien se podía conversar», recuerdan. «Cuenten conmigo» era una de las frases con las que le gustaba cerrar los discursos. Que no eran largos y tediosos como muchas veces «nos tienen acostumbrados a la clase política. El ingeniero, fiel a su estilo, le gustaba ir a la acción y escuchar a la gente», lo recuerdan.
El Covid lo encontró en plena labor. «Era casi un obsesivo de la planificación y de la gestión. Le gustaban los resultados, estaba siempre en el proceso también. Es decir, cómo llegar a ese resultado. Nunca te dejaba solo, siempre te tendía una sugerencia», lo recuerda un funcionario. Así, ya como presidente de la Cámara de Diputados, recorría el territorio incansablemente. Visualizando necesidades y propuestas. Armando proyectos y discutiendo alternativas.
Hace un año se iba dirigente de «esos pocos». De esos que hacen bien a la política entendida como herramienta de transformar la sociedad. De esa política de «la buena» que hoy está tan bastardeada y con tantos interrogantes. Producto del hartazgo y de la mala praxis de muchos que privilegian lo propio antes que lo colectivo. Se fue uno de esos líderes que supo ganarse la confianza de la gente. Sin ser estridente ni rimbombante. Por el contrario, se podía decir casi tímido. Así lo recuerda una vecina de una de las localidades del Departamento Castellanos: «vino como gobernador. Eran las Fiestas Patronales me acuerdo. Hacía décadas que no venía un gobernador. Fui y se lo dije. Me miró atentamente, se sonrió con esa sonrisa amplia que lo caracterizaba y me dijo: «es mi obligación estar acá. Simple y claro, como era Miguel».
