Bonfatti opinó que es una “torpeza política” introducir en el debate público la reelección del actual mandatario. Lifschitz dijo que si es un obstáculo, renuncia a esa aspiración. Elaborarán borradores, mientras buscan consenso con otras fuerzas partidarias.
Choripanes y vino. Ése fue el menú con el que el gobernador Miguel Lifschitz recibió anoche en esta ciudad a los senadores y diputados del Frente Progresista. Los legisladores habían sido convocados a través de un breve texto que envió el ministro de Gobierno Pablo Farías con un tema excluyente: debatir la viabilidad de la reforma de la Constitución. La invitación llegó después de que el gobernador anunciara el viernes en un acto público en Rosario, que remitiría a la Legislatura el proyecto para declarar la necesidad de la reforma. Todos desconocían -aseguran- el contenido de aquel discurso, y sólo se enteraron de lo que Lifschitz diría cuando comenzó a hablar. Anoticiarse de ese modo de la decisión política y convocar luego a discutirla fue uno de los aspectos que produjeron incomodidad en algunos de los presentes. Una anacronía. Aún así, casi todos dieron el presente. Sólo faltó el radical Alejandro Boscarol que ya se había manifestado contrario a la decisión de Lifschitz a través de las redes sociales, y un par de legisladores más que se encontraban de viaje. Farías también estuvo, y el vicegobernador.