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El proceso de desinflación será sustancial, rápido y más fuerte de lo que nadie espera”, dijo el ex presidente del BCRA en una entrevista en Nueva York. Y agregó que no se aprendió la lección de un Banco Central independiente
Las cosas no funcionaron como Federico Sturzenegger esperaba cuando se convirtió en el presidente del Banco Central de la República Argentina.
Sturzenegger, uno de los economistas más renombrados del país, asumió la posición a fines de 2015 con grandes ideas y mayores desafíos: reducir la inflación a un dígito después de años de controles de precios, emisión continua de dinero y estadísticas no confiables.
La misión resultó más difícil de lo esperado y, cuando el ex profesor de Harvard dejó el banco el 14 de junio del año pasado, el peso argentino estaba en caída libre a pesar de una línea de crédito récord de manos del Fondo Monetario Internacional. Una vez más, los argentinos se encontraron en medio de una crisis monetaria. En cuanto a la inflación, todavía por encima del 26%, un nivel bajo considerando la tasa anual actual de 57%.
Quizás bajé un poco la guardia a fines de 2017. Pensé que la economía iba bien, que el proceso de desinflación iba bien. El impacto en nuestra credibilidad fue más como un shock permanente
Sturzenegger, ahora socio principal de Latus View, una firma de inversión que se centra en fintech, recordó en su primera entrevista desde que dejó el cargo los acontecimientos del año pasado que sacudieron los cimentos del gobierno del presidente Mauricio Macri. De cara al futuro, la estricta política monetaria adoptada por el actual presidente del banco central, Guido Sandleris, tiene la oportunidad de triunfar donde, durante décadas, muchos otros fracasaron en Argentina, estima Sturzenegger.
“El proceso de desinflación será sustancial, rápido y más fuerte de lo que nadie espera” si se mantiene la política monetaria actual, dijo Sturzenegger, de 53 años, en Nueva York. “Podríamos llegar al final del año con una tasa de inflación mensual de alrededor del 1%”. Los precios al consumidor aumentaron 3,1% en mayo respecto al mes anterior, el ritmo más lento desde enero y distante del máximo de 2019 de 4,7% registrado en marzo.
Sturzenegger está convencido de que esta vez es diferente porque el Gobierno tomó una “consolidación fiscal considerable”, mientras que el sistema financiero finalmente ha digerido un choque monetario que se inició en agosto pasado cuando el banco comenzó a reducir drásticamente su deuda a corto plazo, inyectando efectivo en la economía. “El aparato productivo debería estabilizarse e incluso estar creciendo para el momento de las elecciones presidenciales a fines de octubre, antes de ganar velocidad el próximo año”, agregó. No dudar en la ejecución del plan será clave, dijo.
El recuerdo del 29/12
Dejar que el peso flote libremente fue uno de sus principales logros, dice Sturzenegger. La decisión también llevó a su salida del ente emisor. A partir de junio de 2017, se inició una discusión entre el Banco Central y el gobierno de Macri sobre las metas de inflación del banco y las altas tasas de interés. El equipo de Macri quería que el banco relajara sus objetivos, lo que facilitaría recortar las tasas e impulsar la economía, entre otros alcances.
Sturzenegger perdió la batalla y, el 28 de diciembre de 2017, sentado junto al jefe de gabinete, Marcos Peña, el Gobierno anunció el cambio en las metas de inflación. Los mercados reaccionaron negativamente, interpretando el movimiento sorpresa como una señal de que Macri se entrometía en la política monetaria a pesar de haber dicho repetidas veces que el Banco Central era verdaderamente independiente.
“Quizás bajé un poco la guardia a fines de 2017. Pensé que la economía iba bien, que el proceso de desinflación iba bien”, dijo. “El impacto en nuestra credibilidad fue más como un shock permanente”.
El aparato productivo debería estabilizarse e incluso estar creciendo para el momento de las elecciones presidenciales a fines de octubre, antes de ganar velocidad el próximo año
La decisión del 28 de diciembre fue la primera de una serie de eventos que provocaron una crisis monetaria. Con el colapso del peso y la Reserva Federal de EEUU elevando las tasas de interés, los mercados crediticios esencialmente comenzaron a cerrarse para Argentina, lo que incrementó la presión general. Siguieron más desavenencias entre Sturzenegger y el Gobierno sobre el tipo de cambio flotante, lo que finalmente derivó en su renuncia.
“La mayor lección de lo que sucedió es que es necesario apoyar el tener un banco central independiente, y creo que muchos de los costos pagados fueron el resultado de eso”, concluyó Sturzenegger. “No veo esa lección como aprendida”.