El estudio se hizo a partir de las bases de datos de la obra social (Osiad), e incluyó a la totalidad de los afiliados, trabajadores activos y jubilados.
Los trabajadores de la industria aceitera del polo sojero del Gran Rosario tienen una incidencia acumulada de cáncer que duplica a la de la población general del Cordón industrial, según denunciaron en un informe publicado hace pocas semanas dos médicos que asesoran al Sindicato de Aceiteros de Rosario .
En el trabajo “Morbilidad y mortalidad por cáncer en población trabajadora aceitera de la provincia de Santa Fe, 2003-2015” el médico epidemiólogo Mariano Mussi y el psicólogo Esteban Fridman compararon datos entre la población trabajadora aceitera y habitantes de diferentes localidades del Cordón. Tras el análisis de los datos, encontraron que mientras la tasa ajustada de personas afectadas por la enfermedad es de 170,16 para la población en general, esa cifra trepa hasta el 351,88 para los operarios de las cerealeras santafesinas.
Ante esta situación decidieron convocar a una actividad pública para esta tarde frente a la planta de Cargill en Villa Gobernador Gálvez para exponer los problemas de salud que padecen los trabajadores de uno de los sectores más rentables de la economía nacional.
También buscarán el apoyo y la solidaridad de vecinos y grupos ambientalistas de la región para alertar sobre “los modos criminales de acumulación del capitalismo” que el agronegocio propone como modelo de producción en la zona núcleo agropecuaria argentina.
“Detectamos que los trabajadores aceiteros tienen un perfil de mortalidad diferente al del resto de la población, ya que sólo el aceite mineral y la radiación solar están tipificados como causales de enfermedad, pero ellos manipulan diariamente otras sustancias como el hexano, así como glifosato, además de insecticidas”, detalló Mussi.
A renglón seguido, el profesional agregó que los aceiteros “son los que están en el pico del embudo de este modelo trabajando todos los días en contacto con esos elementos”, y advirtió que “el movimiento sindical aceitero de la región también quiere discutir los efectos sobre la salud del modelo agroindustrial”.
Metodología
Según detalló Mussi, en primera instancia se identificó a los trabajadores aceiteros de la provincia de Santa Fe a través de las bases de datos de la obra social (Osiad), para lo cual se incluyeron a la totalidad de afiliados titulares (activos y dados de baja) y jubilados.
Luego el padrón fue remitido al Ministerio de Salud de la provincia, que realizó una búsqueda de casos de cáncer en el Registro Provincial de Tumores para el período 2003-2015. Con esos datos en mano se comparó (utilizando la prueba de CHI2) la tasa de incidencia acumulada para los aceiteros con la de los habitantes del Cordón, según publicación del Ministerio de Salud para el período 2005-2009.
Los resultados son elocuentes: en un estudio de 177 casos sobre una población “aceitera” de 19.325 personas (en el período 2003/2015) la tasa bruta de cáncer fue de 915,91 con una tasa ajustada de 351,88.
Para la población en general se tomaron 1.268 casos sobre 745.183 habitantes en un período comprendido entre los años 2005 y 2009, con una tasa ajustada de 170,16.
La tasa ajustada es una manera de comparar dos poblaciones diferentes estudiadas en períodos diferentes. Es un número que expresa la cantidad de personas que contraen la enfermedad. Por ejemplo, en el caso de los aceiteros, encontraron 351,8 casos cada 100 mil personas, mientras que para el resto de la población es de 170 casos cada 100 mil.
En otras palabras, se enferman de cancer 4 de cada mil trabajadores aceiteros, y dos por cada mil en el resto.
Es decir que quienes trabajan en las más de 30 plantas aceiteras que se reparten sobre la costa del Paraná tienen una chance de contraer cáncer más de dos veces mayor a la de aquellos que viven en las localidades de la zona, sentencia la investigación.
Males propios
Pero además, los médicos constataron que los aceiteros son propensos a desarrollar determinados tipos de enfermedades no tan frecuentes en el resto de la población del polo agroexportador sojero.
Si se toma la distribución de los diferentes tipos de cáncer en los trabajadores aceiteros se constata que los dos primeros puestos coinciden con los de la población general “siendo los cánceres de pulmón y colon los más frecuentes”.
Sin embargo, mientras que en la población el tercer lugar es para próstata/riñón y vías urinarias, en aceiteros el tercer tipo de cáncer —en frecuencia— es el de piel, algo que consideraron como “llamativo” ya que se trata de un tipo de neoplasia poco frecuente. “Es coherente con el hecho constatado en las licencias de frecuentes casos de dermatopatías entre los aceiteros”, agregaron los médicos.
Desconocimiento del Estado
En cuanto a los riesgos, Mussi explicó que el único cancerígeno denunciado y aceptado por la Superintendencia de Riesgos de Trabajo es el aceite mineral, mientras que el hexano “es aceptado como cancerígeno por la Iarc (organismo internacional a cargo de la materia) pero el Estado argentino desconoce este hecho”.
“Existe una proliferación de químicos y agroquímicos no denunciados, como es el caso del glifosato, que es un reconocido teratógeno (inductores de esterilidad y malformaciones) y cancerígenos”, dijeron los expertos. Y subrayaron que en los grupos focales realizados con los trabajadores quedó en evidencia “la ausencia o destrato en el control a la exposición de aceite mineral”, un “cancerígeno que debe ser controlado con exámenes de orina y dosaje de 1-hidroxipireno urinario, una situación de los trabajadores desconocen”.