Luego de casi dos años de angustia e incertidumbre, la familia de José Francioni finalmente obtuvo una respuesta. Los restos óseos que habían sido hallados hace 10 meses en una zona de reservorios hídricos a la vera de la Circunvalación Oeste, detrás del barrio Barranquitas, pertenecen al hombre de 33 años que estaba desaparecido desde mediados de 2023.
Francioni, que vivía en barrio Pompeya Norte, salía cada mañana con su mochila al hombro en busca de materiales reciclables. El 15 de junio de aquel año dejó su casa como tantas otras veces y jamás regresó. Su ausencia encendió una búsqueda desesperada encabezada por sus seres queridos, quienes nunca dejaron de mover cielo y tierra para encontrarlo.
Fue recién el 14 de julio de 2024 cuando un vecino que merodeaba por la zona —frecuentada por cazadores— dio aviso en la Comisaría 6ta tras ver restos humanos flotando en uno de los reservorios, a unos 300 metros de la casa bomba N° 4. Lo que quedaba del cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición, sin cabeza ni extremidades, lo que dificultó en ese momento una identificación certera.
Dolor de madre
La mochila hallada junto al cuerpo fue reconocida casi de inmediato por la madre del desaparecido, María Elena Perezlindo. Conmovida, colocó una cruz en el sitio y regresó días más tarde, decidida a seguir escarbando. Con la ayuda de un palo, encontró más huesos enterrados, que también fueron sumados al expediente judicial.
La semana pasada, el fiscal a cargo de la investigación la convocó para comunicarle el resultado del estudio de ADN. “Me llamó la abogada y me presenté en Fiscalía. El fiscal me dijo que ya había salido el resultado del ADN de los primeros restos que encontraron. Y que, por los dientes, confirmaron que sí, que es José”, relató María Elena en diálogo con El Litoral.
Algo de alivio
La confirmación oficial le trajo un poco de alivio, aunque todavía restan estudios por realizar. “Por una parte sí, porque ya sé que es él y dejo de estar ahí pensando ‘¿será, no será?’. Pero me falta esperar lo otro que yo encontré después. Me dijeron que puede tardar uno o dos meses. Ojalá no sea un año como la otra vez. Que no siga el calvario”, agregó.
Sobre las posibles causas del fallecimiento, la mujer indicó: “El fiscal me mostró el informe preliminar del forense. Dice que no hay signos de violencia en el cuerpo, que se desmembró por sí solo por el tiempo y el lugar donde estaba. Ellos creen que, como José era epiléptico, pudo haberle dado una convulsión y se cayó al agua. No hay señales de que el cuerpo haya sido cortado”.
Para María Elena, la lucha aún no termina. “Voy a descansar cuando pueda sepultar a mi hijo. Ahí voy a estar más tranquila”, dijo entre lágrimas. “La policía no lo buscó. Lo buscamos nosotros. Todo fue muy lento. Solo espero que esta vez no tarden tanto”.
“Nunca dejen de buscar”
Por último María quiso dejar un mensaje y una reflexión: “yo como mamá deseo que ninguna otra madre pase por este proceso, por este dolor. Que luche por su hijo cuando desaparece. Que lo busquen, que no dejen nunca de buscarlo y que no esperen de las autoridades porque no te apoyan…, te abandonan, pero que nunca bajen los brazos para buscar a sus seres queridos.
El caso deja al descubierto una vez más las grietas en los sistemas oficiales de búsqueda de personas. “A mi hijo lo buscamos nosotros, no la policía”, dijo su madre, con la crudeza que da la verdad. “La paz la voy a tener cuando pueda despedirlo como se debe. Pero la espera fue larga, y las instituciones no estuvieron a la altura”.
El expediente sigue abierto mientras se aguardan los resultados de ADN sobre más restos óseos recuperados en la misma zona meses después. Pero para la familia Francioni, al menos una parte del calvario llegó a su fin.