El homicida será imputado hoy por el femicidio cometido a Vanesa Castillo. Había purgado condena por abuso sexual simple. Su víctima lo había denunciado.
Eran las 18 cuando las campanas doblaron a duelo: la gente, detrás del cuerpo de la maestra, llegaba a la iglesia de Santa Rosa de Calchines. Heridos todos por la demencia que menos de 24 horas antes, en la escuela donde daba clases en Santa Fe, la masacró. Trece puñaladas; así lo reveló la autopsia. Una, fatal, al corazón, que segó para siempre la vida de Vanesa Castillo y dejó sin madre a su pequeña de 11 años.
La niña tiene los ojos secos y mira al suelo. Caminó con las poco más de 9.300 almas del pueblo (y los muchos docentes y delegaciones de gremios que llegaron desde Santa Fe) las tres cuadras que separan la capilla ardiente de la iglesia. Esa hija, sus abuelos y demás familiares están devastados tanto por pérdida como por la irracionalidad de la tragedia.
Jueves fatídico