El exfiscal regional de Rosario Patricio Serjal quedó detenido luego de que en la audiencia imputativa los funcionarios que lo acusaron aportaran pruebas sobre la red de coimas que manejaba este hombre, junto con el fiscal Gustavo Ponce Asahad, quien está preso desde el martes pasado.
En la audiencia, el exfiscal se defendió al afirmar que esta causa tiene que ver con “cuestiones políticas”, porque –según expresó– el fiscal general Jorge Baclini le dijo que en el gobierno actual “lo querían fuera de la fiscalía” de Rosario.
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Más allá de lo que se relató en la audiencia de la semana pasada, sobre los pagos de coimas del empresario Leonardo Peiti a Ponce Asahad, los fiscales aportaron pruebas de que Serjal se reunió con Peiti el 14 de noviembre en el hotel Etoile, de Recoleta. El acusado admitió que se alojó allí y que fue a Buenos Aires por una cuestión laboral, pero esa versión fue refutada por los investigadores que señalaron que Serjal se alojó allí con un amigo y que –de acuerdo a las fotos que aportó este hombre– fueron a “cortar” la semana.
Peiti dijo que en esa reunión en el hotel, Serjal le pidió un aumento en el pago de las coimas que cobraba mensualmente Ponce Asahad.
Los fiscales detallaron una serie maniobras que tramaban Serjal y Ponce para controlar y manejar las causas de juego clandestino, como las que se tramitaban en Casilda, Melincué, Cañada de Gómez y Rosario.
En su descargo, Serjal les soltó la mano a Ponce Asahad y al secretario Nelson Ugolini. En ese plano, su abogado defensor lo planteó con claridad, al señalar que Serjal tenía 79 fiscales a su cargo. Los abogados del exfiscal quisieron evitar a toda costa su detención hasta el punto que llegaron a ofrecer la posibilidad de que Serjal pueda cumplir un arresto domiciliario de 90 días, algo que rechazaron tanto los acusadores como la jueza Eleonora Verón, que terminó dictando la prisión preventiva.
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Serjal está acusado de “diseñar y ejecutar” junto con Gustavo Ponce Asahad un “plan delictivo” para “recibir dinero de Leonardo Peiti”. A cambio, los funcionarios del Ministerio Público de la Acusación “se comprometían a transmitir información reservada, no investigar hechos que podrían constituir delitos y a interferir en las investigaciones en curso, retardar u omitir dictámenes propios de su competencia todo con el objeto de que no prosperen imputaciones” por juego clandestino contra el empresario”.
La calificación que usaron los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra es la de “delitos de Incumplimiento de los deberes de funcionario público, cohecho pasivo agravado y transmisión de datos reservados. La fiscal Gisela Paoliceli dijo que si se llega a la instancia de juicio se pedirán penal muy altas porque el “tremendo daño que hizo Serjal” a la fiscalía.
Serjal nunca cobró de manos de Peiti, sino que fue el fiscal Ponce Asahad quien lo hacía. Según los fiscales, el jefe de los fiscales acordaba el monto del abono de la coima, que era de 5.000 dólares mensuales, aunque en una oportunidad le pidió 100.000 dólares para “ayudar” al empresario cuando la investigación judicial ya había avanzado.
Peiti empieza a estar en el radar de la pesquisa a partir de un mensaje que aparece en el teléfono de Maximiliano Díaz, el lugarteniente de Los Monos, que fue detenido por el ataque al casino de Rosario, en enero pasado. Ese mensaje se lo había reenviado Peiti, a quien a su vez se lo había remitido el secretario de la fiscalía Nelson Ugolini. En esa foto de un texto Ponce Asahad decía que iba a meter un comentario para operar a favor de dos soldaditos detenidos de la banda narcocriminal.
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El 16 de junio, según la imputación Serjal concurrió al Organismo de Investigaciones, donde pudo observar un diagrama de la estructura criminal que se estaba siguiendo, una trama en la que figuraban el ex comisario Alejandro Torrisi, ex jefe de la Unidad Regional VI de Villa Constitución, quien fue detenido en la puerta de un casino ilegal con 150.000 pesos, y Peiti.
Al otro día Serjal regresó a esa oficina acompañado de Ponce Asahad. Miraron todo el esquema investigativo y señalaron que “Peiti era una víctima”. Johana Tarnowski, analista del Organismo de Investigaciones, declaró que Serjal dijo eso luego de que vio “la imagen de la libreta de Cachete donde aparecía Leo Peiti como pagando”.
El 30 de junio Ponce Asahad le avisó al empresario de la existencia de esa investigación en su contra y le advirtió que su teléfono estaba intervenido, por lo que le recomendó que destruyera el celular, que estaba siendo escuchado desde el 22 de junio. Por esa información le pidió 100.000 dólares “para evitar que prospere la investigación en su contra” y le dijo que él iba a quedar “como víctima”.
Vínculo corrupto
La relación entre Peiti y los fiscales arrancó en diciembre de 2018, cuando Ponce Asahad, según la declaración del empresario “arrepentido”, se reúne con él en un bar de Oroño y Mendoza, en el centro de Rosario, para avisarle que el fiscal Matías Merlo investigaba en Melincué una red de juego clandestino.
“Le pregunté quién era su jefe y me dijo ya lo vas a conocer, pero como conozco la calle pensé que era el regional, entonces empecé a caminar por la vida tranquilo”, declaró Peiti el 31 de julio pasado ante los fiscales Schiappa Pietra y Edery.
El empresario cuenta que a “principios de marzo vuelve a llamar (Ponce Asahad) y me dice: «Mirá el problema no está resuelto». Peiti hace unas presentaciones a través de sus abogados y dos meses después se comunica con el fiscal otra vez, al que le reclama “cómo puede ser que pasó esto”. Es decir, para qué paga la coima si no pueden protegerlo.
Ponce Asahad, según los dichos de Peiti, le contesta: “Esto pasó porque mi jefe no maneja la regional esa, pero quedate tranquilo que en Rosario esto no te hubiese pasado y acá no te va a tocar nadie”.
Hasta ese momento, Peiti nunca se había reunido con el fiscal regional. El primer encuentro con Serjal ocurrió después del atentado que sufre Peiti en un edificio de Servando Bayo al 1100 el 1º de julio de 2019, donde Los Monos le dejan escrito un mensaje en la pared: “Leo pagá”. Peiti contó que estaba “asustado” por lo que le pide al fiscal una reunión con Serjal.
El encuentro se produjo en el bar Saita, de Mendoza y Oroño, que quedaba a la vuelta de la residencia de Ponce Asahad.
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“Le pregunté a Patricio (Serjal) cómo era el tema y me dice: ‘Te aconsejo que no denuncies porque no están dadas las garantías. Tratá de seguir dilatándolo y manejáte con Gustavo (Ponce Asahd) por el tema de la cuota y por todos estos problemas andá comunicándoselo a él’, declaró Peiti, quien se contactaba con dos números telefónicos con el fiscal al que a uno lo había agendado “Aldo Lape”.
Un mes después, Ponce Asahad le envió un mensaje para arreglar una reunión el 14 de noviembre pasado en Buenos Aires en el hotel Etoile, del barrio de la Recoleta. Peiti relató que se hospedó en el hotel y a la mañana lo esperó a Serjal. “Cuando lo vi a Patricio me acerqué e hicimos los dos el check in juntos. Él estaba con un hombre rubio de pelo lacio un poco más alto que él. El hombre no participó de la charla”.
“Le pregunté cómo veía el tema de las amenazas y me siguió diciendo que tratara de no denunciar, por seguridad, manejate con Gustavo y fijate si se puede subir la cuota” de las coimas, indicó el empresario en su declaración. La charla fue a unos metros de la recepción y duró entre “cinco y diez minutos”.
Peiti se encontró dos meses después en el baro de Río de Janeiro y Mendoza con el lugarteniente de Guille Cantero, a quien le comentó que tenía contactos en la fiscalía, algo que hizo para demostrarle que tenía influencias.
En otro punto, donde aparece Serjal mencionado en esta trama es a través del fiscal de Melincué Matías Merlo, que venía investigando la red de juego clandestino. Este funcionario declara que en otra causa, en la que se investigaba en Venado Tuerto una megaestafa inmobiliaria, fue mencionado el fiscal regional de Rosario. Según Merlo, en esa causa el abogado Antonio Di Bendetto recibe una comunicación de un tal Matías Álvarez -una persona con antecedentes por narcotráfico-: “Tenemos gente que conoce a Serjal, quien te puede dar una mano”.