María Celeste Lencina estaba internada desde el miércoles y falleció el sábado. Su concubino, de 25 años, podría ser imputado de femicidio.
La tarde del miércoles pasado María Celeste Lencina tuvo su última discusión con su pareja Juan Ezequiel R. 25 años. Al decir de sus vecinos, lo sucedido en la casa de la calle 1886 al 4400 de barrio Triángulo sólo lo saben “ellos y Dios”. Según reconstruyó Fiscalía, el hombre la roció con alcohol y después, en un hecho aún no esclarecido, el cuerpo de ella se prendió fuego. Así ingresó al Hospital Clemente Alvarez (Heca) donde le diagnosticaron el 30 por ciento del cuerpo quemado. El hombre también tenía quemaduras menores en sus brazos. La tarde del sábado María Celeste murió en el hospital. Tenía 31 años y cinco hijos.
El miércoles la pareja había ingresado por sus propios medios al Heca. Como, según los vecinos, las ambulancias “no entran” a esa zona de barrio Triángulo llegaron en el auto de un amigo. En la guardia diagnosticaron a Juan “quemaduras leves en miembros inferiores” y a María “quemaduras en 30 por ciento de su cuerpo”. La mujer ingresó inconsciente y quedó en terapia intensiva.
En el hospital Juan declaró que “su pareja se prendió fuego y él la quiso apagar”. No obstante, la fiscalía de Flagrancia determinó que el hombre quedara con custodia policial.
Según el parte de Fiscalía, María ingresó al Heca “luego que su pareja la rociara con alcohol prendiéndola fuego. La víctima resultó con quemaduras que comprometieron las vías respiratorias, afectando zona de cuello, parte anterior y posterior de tórax, parte del rostro y miembro superior derecho fueron provocadas por fuego directo producidas por el uso de alcohol”.
Inicialmente, tras averiguaciones en el entorno familiar, el fiscal de Flagrancia Emiliano Ehret imputó a Juan R. de tentativa de homicidio calificado por situación de pareja y el juez Hernán Postma le dictó prisión preventiva. Pero a partir de la muerte de María, el caso pasó a la fiscal de Homicidios Marisol Fabbro, quien ordenó la autopsia y en la semana volverá a imputar al acusado.
Asombro
María Celeste fue velada ayer en una precaria casilla de chapas de Felipe Moré al 4100 donde una inscripción en la entrada reza: “El Señor es mi pastor”. El barrio estaba asombrado.
Si bien la pareja no tenía hijos en común, hace cuatro años se mudaron a una humilde casa lindera con un descampado junto a los cinco hijos de María, que tienen entre 5 y 15 años. Ayer contaban que el padre de los niños y la familia de ella se harán cargo de los chicos.
Tanto María como Juan se ganaban la vida con un carro de cirujas. “Es un muchacho bueno y trabajador, no sabemos qué pasó. A los chicos los trataba bien y tenían una linda familia. Celeste siempre daba una mano a quien lo necesitara y este chico también”, comentó una vecina sobre el acusado. Uno de los hijos de Celeste sumó a lo dicho por su vecina: “Era re buenito. Nunca nos pegó y nos trataba bien”.
Pero la familia de Celeste no opina igual. “El era un golpeador, le pegaba a ella en la habitación y los chicos nunca veían nada. Celeste no hablaba ni contaba nunca a nadie de los golpes y tampoco lo denunció. No sabemos por qué”, comentaba por lo bajo una mujer allegada a la pareja.