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No se podrá cruzar la Laguna Setúbal a pie aunque el Río Paraná llegue a cero

 

 

UNO SANTA FE

Hoy se registró el valor más bajo en el Río Paraná en medio siglo. Expertos anuncian que no habrá variación y advierten que es muy peligroso intentar cruzar caminando la Laguna Setúbal.

Este lunes al mediodía el Río Paraná alcanzó la altura de un metro en el puerto de Santa Fe, la más baja de este año y desde 1969. Más de medio siglo atrás la medición fue de 14 centímetros por debajo del cero en los registros de octubre. Ese mismo mes pero de 2019, la Prefectura Naval comenzó a medir los niveles por debajo de los dos metros en una tendencia que se sostendrá al menos hasta el mes que viene.

Estos datos históricos a menudo vienen acompañados de fotos y anécdotas familiares que señalan la aventura de haber cruzado caminando la Laguna Setúbal tanto en el 69, 70 o 71 como en 1944. Sin embargo, aunque el río llegue a los niveles mínimos, repetir las hazañas de los antepasados no será posible. UNO Santa Fe consultó a Luis Dopazo, responsable de hidrometeorología del Instituto Nacional del Agua en la región litoral (INA) sobre el fenómeno y las bajas históricas que se registran del río Paraná en el puerto Santa Fe.

En relación a la importante baja que se registra hoy, detalló que “no traerá consecuencias”. Y sostiene: “Por ahí da curiosidad ver el río tan bajo. La gente se debe quedar en la casa y conservar la calma. De acá a un mes vamos a tener valores similares en el río, no hay por qué desesperarse para salir a ver la Laguna Setúbal o el río porque la postal va a ser la misma“.

Al ser consultado si sería posible –terminado el aislamiento obligatorio– que se pueda cruzar la Laguna, el experto explicó que no y detalla por qué es peligroso intentarlo: “Efectivamente en la década del 40 fue tan bajo que se podía cruzar caminando la Laguna. Pero no es la misma que es ahora. En la crecida del 66 aparece en escena el Arroyo Leyes, que lo que hizo fue cortar la Laguna de Guadalupe que empezaba en los pilares del puente roto y terminaba en Laguna Paiva. En los 60 irrumpe el Arroyo Leyes en una crecida importante, divide la Laguna en dos y queda la de San Pedro al norte y la Guadalupe al sur. Y cambió la morfología y la calidad del agua”.

Antes la Laguna era salada, por eso no crecían yuyos y era todo arenal. Con el Arroyo Leyes se mete agua dulce, buena, desde el Colastiné y eso provocó el crecimiento de todo lo que es la costa de la Laguna y aportó barro, que antes no lo tenía. Ahora hay mucho barro, si uno camina por los bordes se va a enterrar hasta la rodilla. Eso en el 40 no pasó porque era todo arena. Con la entrada de barro y arcilla hubo un cambio en el fondo de la Laguna que generó canales que antes no había”. agrega.

Estos cambios, según señala, hicieron además que la Laguna Setúbal se hiciera mucho más profunda: “Para hacer la ciudad universitaria se dragó y se sacó la arena del banco que se ve en las postales del 69 abajo del Puente Colgante cuando estuvo seco. Abajo de los puentes en este momento debe haber entre unos 12 y 14 metros de profundidad. Sería muy peligroso intentar cruzar. Es más, si sigue bajando se va a ver el canal”.

“El barro es muy peligroso, no es lo mismo que caminar sobre arena. El barro te chupa. Si sigue bajando, con la profundidad de los canales se puede ahogar una persona”, señala.

El cero en las escalas

En relación a las mediciones y sobre lo que significa que se llegue a cero en los registros, Dopazo explica que las escalas no se ponen en el fondo del río: “Se dice «mirá hasta acá llegó el agua más baja, vamos a ponerlo un poco más abajo que eso». Entonces ocurre, como en la década del 40 que hay lecturas que están por debajo del cero. En el 44 hubo un registro de -1,03 metros. Esa es la mínima histórica en el Puerto de Santa Fe”.

Ecosistema

Sobre los pronósticos, el experto indica: “Se veía que iba a haber una bajante, pero no se sabe hasta donde va a llegar porque puede haber lluvias que influyen. Es el segundo otoño seco en la cuenca alta del río Paraná. Hay tres o cuatro afluentes muy importantes en el río que hace más de un año que no reciben las lluvias que tienen que llover. Este otoño fueron muy débiles las lluvias por lo que se puede decir que el río Paraná va a mantener niveles muy bajos”.

Al ser consultado sobre cómo influye en el ecosistema, Dopazo señala: “No es la primera vez, en el 69, 70 y 71 hubo valores similares a los de ahora. Anteriormente en el 40 hubo bajantes más importantes que esta. La naturaleza se adapta”.

Y apunta: “Es una lástima porque sería una oportunidad para reparar tomas de agua, los terraplenes de las defensas, pilares de puentes y caminos porque se puede trabajar en seco. Pero con la cuarentena se complica”.

Registro de medición del Río Paraná en el Puerto Santa Fe publicada este lunes a las 12.

Registro de medición del Río Paraná en el Puerto Santa Fe publicada este lunes a las 12.

Por su parte, Carlos Ramonell, docente e investigador de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) que investiga la dinámica geomorfológica en el tramo medio del río Paraná (desde la confluencia con el río Paraguay –norte de Corrientes– hasta Rosario, aproximadamente), expresó en un informe de esa institución que la bajante podría provocar el achicamiento de varios cauces secundarios conectados directamente al cauce principal del río, como es el caso del río Colastiné, y hasta el cegamiento con sedimentos de varios de menor tamaño. A la vez, habrá pérdida de superficie lagunar y desconexiones entre cauces y lagunas en ambientes más alejados del cauce principal, entre ellas, la laguna Setúbal. En este caso no está claro si el fenómeno detendrá sustantivamente el avance del delta del Arroyo Leyes en su parte norte.

“Lo primero que está ocurriendo en estas condiciones de caudales bajos es que varios cauces secundarios menores que están conectados directamente con el cauce principal del río Paraná están sufriendo sedimentaciones no sólo de arenas que hacen recrecer el fondo, sino también de limos y arcillas provenientes del río Bermejo, que esta vez muestran más concentración por el déficit de agua. Estos sedimentos finos son retenidos por la vegetación acuática de las márgenes de los cauces donde se acumulan y hacen disminuir el ancho del cauce. En suma, los cauces cercanos al cauce principal se están reduciendo en tamaño (ancho y profundidad) y en capacidad de conducción de agua, porque reciben una carga extra de sedimentos con relación a su capacidad hidráulica de transportarlos río abajo”, explicó el investigador, tras aclarar que en este proceso de cierre de cauces, algunos incluso pueden desaparecer, mientras que islas que estaban separadas ahora van a quedar unidas.

La bajante del río Paraná se nota en la Laguna Setúbal.

La bajante del río Paraná se nota en la Laguna Setúbal.

“En el sistema fluvial del Paraná, los cursos secundarios del río aparecen y desaparecen naturalmente. Algunos permanecen sólo durante 20 años, otros sobreviven casi una centuria y otros un par de milenios. No es un fenómeno novedoso, pero se acentúa en situaciones de bajante”, subrayó Ramonell.

Además, refiriéndose a la problemática del Arroyo Leyes, advirtió: “Una bajante de esta naturaleza también podría provocar el cierre de algunos cursos del delta, pero parcialmente, porque no hay tanto sedimento disponible como en el cauce principal y los cursos en el entorno de éste. Las nuevas partes del delta recién sedimentadas se van a fijar con la vegetación. Con el crecimiento de la vegetación, las fracciones de limos y arcillas van a ser filtradas y los bancos del delta crecerán en altura. En resumen, es posible que el frente de avance del delta se consolide con esta bajante, continuando con la pérdida de superficie de la Laguna Setúbal”.

Las causas del Paraná bajo

Por su parte, Carlos Ramonell, docente e investigador de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la UNL acotó también en el informe: “En esta bajante se debe descartar como causa la influencia de las presas brasileñas. En 1944, la situación fue peor que la actual y no sólo para la Cuenca del Plata. Fue la mayor sequía registrada en toda la llanura pampeana y las presas no estaban construidas”.

En este punto, Dopazo coincide: “Un 60 por ciento de la cuenca del río Paraná viene de Brasil y Paraguay. Al no llover allí estamos viendo los resultados de esa falta. Si a esto se le suma que los brasileros tienen alrededor de 80 represas en el río Paraná, a pesar que llueva ellos van a tener que llenar todas sus represas primero para empezar a largar agua y generar energía. No lo hacen apropósito”.

“Hay que desmitificar eso, que nos inundan o nos secan. El río Paraná es tan importante y con tanto caudal que no es posible contenerlo. No hay capacidad de represa para cerrarla y que no pase el río. Por otro lado, si vos no generás energía para qué se hizo la represa, tiene que pasar el agua”, concluye.

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