Claudio Blaser dimitió sorpresivamente de la Unidad Regional IV. El descontento social por una ola de delitos impulsó la movilización
El comisario decidió su alejamiento tras acercarse, junto al intendente casildense, Juan José Sarasola, y el subsecretario de Seguridad de la provincia, Dardo Simil, al medio millar de personas que se concentró en la Plaza de los Mástiles para manifestar su malestar contra la seguidilla de robos a comercios y otros ilícitos violentos con uso de armas de fuego registrados recientemente.
Ni la detención de tres menores que habrían participado en algunos de los sucesos delictivos, ni la medida policial de reforzar el patrullaje en las calles de la ciudad con la presencia de la Policía de Acción Táctica, fueron suficientes para contrarrestar la bronca de una comunidad que no sólo reclamó seguridad sino también “justicia” para que “los delincuentes dejen de entrar por una puerta y salgan por otra”, vociferaron.
El grito de “Que se vaya, que se vaya?” interrumpió el intento de Blaser de expresarse ante los manifestantes que terminaron forzando su dimisión como si fuera casi una suerte de escarnio público a su figura. Simil, quien no ocultó su disconformidad y hasta endilgo responsabilidad por lo sucedido al intendente casildense, fue el encargado de anunciar la renuncia del jefe policial de la UR-IV cuyo reemplazante aún no fue confirmado. En ese sentido, trascendió que ante la acefalía momentáneamente quedaría a cargo de la Regional el número dos de la Policía a nivel provincial, Carlos Prost.
“Veo la disconformidad que hay con el jefe de Unidad Regional, quien acaba de decirme que dará un paso al costado”, comunicó Simil a los vecinos autoconvocados, que aplaudieron la decisión del funcionario provincial que desembarcó en Casilda sin imaginar que se toparía con la “incómoda e innecesaria” situación a la que terminó siendo sometido el ahora ex titular de la Jefatura policial casildense.
Luego de la movida, los funcionarios políticos y policiales se trasladaron al Centro Económico del departamento Caseros para participar de una actividad organizada por la institución a fin de tratar el tema de la inseguridad con comerciantes y representantes de vecinales barriales.
En ese escenario, ya más distendido y que contrastó con la tensa y acalorada manifestación, Blaser se sinceró al asegurar que no tenía previsto renunciar antes de ir a la concentración popular donde resolvió finalmente “dar un paso al costado para beneficiar a Casilda y porque mi figura no está respaldada por las autoridades políticas locales”.
Pero más allá de la controversial salida de Blaser, la protesta además de dejar al descubierto la necesidad de que se “adopten acciones para que Casilda recupere la tranquilidad que perdió a causa del avance del delito”, evidenció un fuerte cuestionamiento al accionar de la Justicia que “en vez de dejar presos a quienes delinquen lo termina liberando sin medir consecuencias”, se quejaron los manifestantes.
Pedido de “mano dura”
El intendente Sarasola se mostró conteste con la ya instalada sensación en gran parte de la sociedad de que “existe una Justicia garantista que beneficia a los chorros”, al aseverar que “hay que terminar con la puerta giratoria”. Y fue aún más lejos al sostener que el problema de la inseguridad en Casilda se resuelve “encerrando” a una veintena de personas con antecedentes delictivos.
Claro que su convincente postura de ocasión no representa el sentir de otros sectores de la comunidad que lejos de compartir su mirada la consideran “reaccionaria”, más allá de coincidir en el objetivo común de lograr “una mejor seguridad para todos”.
Si bien la manifestación contra la inseguridad tuvo momentos álgidos y tensos logró, al margen de las derivaciones coyunturales que desató, promover una nueva convocatoria pública para abordar el tema en cuestión con las nuevas autoridades policiales que sean designadas al frente de la Unidad Regional IV policial y representantes de la Justicia que “es la gran pata que falta “, coincidieron en señalar.