LA NACIÓN
De pronto la realidad se transformó en un loop de videollamadas y despedidas. Los días ya no se repartían entre la casa de papá y la de mamá. Ir a buscar a sus pequeños era una esperanza que se alejaba cada vez que el aislamiento social se alargaba 15 días más. Así cambió la pandemia el cotidiano de muchos padres que, de un día para otro, ya no pudieron ver a sus hijos. Por eso, la última semana el Gobierno flexibilizó las normas de la cuarentena para el traslado de niños y adolescentes, y abrió un motivo de alegría para muchos, aunque aún hay casos que sufren la distancia impuesta.
Fue desesperante. Cuando reclamábamos que queríamos ver a nuestros hijos, nos respondían: ‘Hacé videollamadas’. Pero ¿cómo sostenerlas con un niño de 5 años? Al principio hablábamos todos los días, pero después la mamá me pidió espaciar los contactos, porque cada vez que cortábamos él quedaba mal. Tuvo retrocesos”, describe Fabián Ravelli sobre esos primeros días de cuarentena.
Fabián y su exmujer viven a 100 kilómetros de distancia, en Santa Fe, y con un control de Gendarmería justo en el camino. El anuncio del aislamiento que hizo el Presidente lo encontró con Juan Ignacio, su pequeño, en su casa, pero hizo lo que indicaba el DNU (resolución 132/2020): lo trasladó inmediatamente al domicilio que era “su centro de vida, o el más adecuado al interés superior del niño, niña o adolescente
Ese día me pararon cuando lo llevaba, fue una situación muy incómoda. Desde ahí fue extrañarlo, escuchar una y otra vez los mensajes de audio en los que me decía que me extrañaba”, recuerda hoy Fabián con el alivio de contarlo mientras abraza a Juan Ignacio. Apenas la decisión administrativa 703/2020 derogó el inciso a, del artículo 2, de la resolución 132/2020, Fabián salió en busca de su hijo. Desde ese día, permanecen juntos.
Qué dice esta decisión administrativa? Establece un traslado semanal. “Es decir, pueden acordar, por ejemplo, que el niño permanezca con un progenitor una semana y, luego, una semana y media con el otro, o dos. No necesariamente tiene que ser una semana con cada uno”, observa el abogado especializado en familia Andrés Beccar Varela.
Esta nueva disposición incluye en las declaraciones juradas que se pueden hacer la posibilidad de trasladar a los niños y adolescentes de una casa a otra, algo que hasta acá no estaba previsto y generaba mucha angustia en los padres.
Lo cierto es que, desde el fin de semana pasado, todo cambió.
El sábado pasado fui a buscar a mi hija, no lo podía creer. Empecé a llorar apenas me subí al auto, manejé con los ojos llenos de lágrimas. Llegué, toqué el timbre de su casa y me alejé un metro de la puerta. Cuando salió, con su barbijo, corrió y nos abrazamos. Estuvimos más de 10 minutos arrodillados en la vereda, sin soltarnos”, dice Gustavo Druzini al describir el encuentro con su hija Tatiana, de 6 años.
“Ahora me estoy stockeando para la próxima visita. Ya compré galletitas, huevos de chocolate, helado. Todo lo que le gusta a ella. Después de verla todo cambió, sentimos una felicidad extrema. Lo malo es que cada vez que nos separamos ella tiene miedo de no volver a verme de nuevo, por eso ya le conté que los fines de semana vamos a estar juntos”, cuenta Gustavo.
De lunes a viernes este papá trabaja en una empresa de logística, y por eso había aprovechado durante los días anteriores a pasar por el frente de la casa de su hija, y se tiraban besos: ella desde el balcón y él en la vereda.
El valor de la palabra
Mención aparte merecen los casos que están judicializados. Muchos padres han levantado la voz para quejarse sobre que esta cuarentena profundizó aún más la imposibilidad de ver a sus hijos. “Como yo trabajo, la madre argumenta que entonces puedo ser un foco de contagio para los chicos. Esto es ridículo: ella también sale, va al supermercado y vuelve, por ejemplo”, reclama Darío, que el día que se autorizaron los traslados se comunicó con su exmujer para avisarle que al otro día iría a buscar a los chicos, pero nunca pudo retirarlos.
Los expertos en salud hablan sobre los efectos negativos que este aislamiento social preventivo puede tener en los niños, algo que se vuelve más complejo en aquellos que no vieron o incluso ahora no están viendo a ambos padres, pues esto es una condición esencial en el crecimiento de los menores.
“Algunos de esos efectos pueden ser: alteraciones en el sueño (pesadillas, dormirse tarde, dormir menos horas), cambios en la alimentación (pérdida o aumento del apetito), en el humor y el comportamiento (irritabilidad, impulsividad, mayor sensibilidad)”, enumera María Laura Lezaeta, psicóloga especializada en niños y adolescentes.
Producto de este nuevo
las consultas más frecuentes que Lezaeta estuvo recibiendo son: “Niños que antes de que apareciera esta pandemia habían logrado controlar los esfínteres y ahora se hacen pis en la cama; chicos que habían desarrollado ciertas habilidades en el proceso de alfabetización y ahora están teniendo dificultades de concentración y memoria al momento de leer y escribir”.
“Como adultos, y referentes de nuestros hijos, podemos ayudarlos primeramente validando sus emociones. Podemos decirles: ‘Entiendo que te sientas mal y no puedas hacer cosas que antes hacías. ¿Qué tal si lo intentamos juntos y vemos qué sucede?’. Es muy importante resaltarles que estamos disponibles, que no están solos y que pueden acudir cada vez que lo necesiten. Y sobre todo bajar el nivel de exigencia”, aconseja Lezaeta, cofundadora de Juegología.