La inhalación de gases como el monóxido de carbono provoca una sonmolencia repentina, inesperada, sin dolor, sin sabor, ni perfume
Tiene el macabro apodo de “muerte dulce” pero mejor le quedaría resaltada su cualidad de “invisible“, porque no provoca sufrimiento ni avisa a sus víctimas ni tarda, finalmente, demasiado en matarlas. Cada invierno, sobre todo, espantan nuevas historias en Argentina de vidas interrumpidas y familias destrozadas como consecuencia de la inhalación de gases, como el monóxido de carbono.
Los casos de la esposa y el hijo del senador formoseño Luis Naidenoff o el de la periodista pampeana Lucía Trotz, además de otras 61 intoxicaciones ocurridas este 2018, como la de un joven misionero que trabajaba en un supermercado de San Martín de los Andes, sostienen una característica extravagante de estos episodios: con controles básicos y prevención podrían haberse evitado.
Aspirar el gas venenoso producido por la quema de combustible -lo que llaman “muerte dulce”- provoca una somnolencia repentina, inesperada, sin dolor, sin sabor, ni perfume. No hay ahogo ni asfixia. En cuestión de segundos, si la víctima está despierta, pueden aparecer sensaciones desagradables como el mareo, falta de aire, dolor de cabeza y confusión, naúseas y desvanecimiento. Cuando el monóxido de carbono alcanza los pulmones, sobreviene el adormecimiento paulatino y el bloqueo muscular. Sopor. Pérdida de sentido. Y el corazón se detiene.
Trotz y el chico del supermercado dormían. Probablemente no tuvieron ni una chispa de conciencia de su muerte porque, justamente, la primera sensación que provoca este veneno invisible es el adormecimiento. En cambio, Cynthia Sonaridio, la esposa de Naidenoff, y Joaquín, el hijo de ambos, ya habían despertado.
Cerca de 200 casos similares se dan por año en Argentina, según datos del Ministerio de Salud nacional. Es una cifra que no se mueve demasiado y, por lo tanto, o falla la prevención o es baja en la población la percepción del riesgo.
Sonaridio trabajaba en el Poder Judicial formoseño. Fue hallada sin vida en la cocina. Estaba vestida. Eran cerca de las siete de la mañana. El adolescente, de 16 años, murió en la planta alta de la casa familiar. Se estaba poniendo la ropa para ir al colegio.
Naidenoff y Sonaridio estaban distanciados. Voceros del senador lo explicaron con otras palabas: “proceso de separación”. Aun así, el legislador pasó el Día del Padre junto a ellos y con Agustina, su otra hija, en la casa familiar, ubicada en la zona céntrica de la capital formoseña.
Antes de la medianoche del domingo, Naidenoff se fue para dormir en un departamento y Agustina, que estudia Comunicación en la UBA, tomó un ómnibus que llegó este lunes a la mañana a Capital Federal. Antes de llegar a Retiro, la chica ya había sido avisada de la tragedia.
Las primeras reconstrucciones indican que Sonaridio se levantó y bajó de su habitación en la planta alta para desayunar antes de ir a su trabajo. Cuando abrió la puerta de la cocina el gas -posiblemente monóxido de carbono, aunque resta confirmarse en las autopsias- invadió silenciosamente su cuerpo y subió hasta la habitación de Joaquín.
Se cree que había una pérdida importante en un calefón o en una estufa. La versión sobre la primera indicaba que ese aparato se mantuvo activo por culpa de otra pérdida: en un bidet de la casa se filtraba un hilo de agua caliente. Y que los peritos que entraron a la casa hallaron un caño en la base del calefón que estaba congelado, un síntoma de la pérdida de gas.
“Había un olor a gas insoportable”, explicó a Infobae uno de ellos a los allegados a la familia, que ya bien temprano este lunes se acercaron para constatar la situación o solidarizarse.
Cerca de las 9 de la mañana de ayer especialistas de la Policía Científica entraron al hogar de Naidenoff. Un parte oficial de esa fuerza de seguridad provincial remarcó que “a prima facie que el deceso de ambas personas y sus mascotas pudo haberse producido por la inhalación de monóxido de carbono tras falla en el sistema de calefacción a gas, situación que está sujeta a investigación hasta tanto se tenga el resultado final de los peritajes”.
La aparición de monóxido de carbono se produce cuando la combustión es deficiente. Por eso los expertos resaltan que es fundamental asegurarse de que el funcionamiento de los artefactos sea correcto. Hay que hacerlos revisar periódicamente por un gasista matriculado, verificar que la llama sea azul, ventilar los ambientes y chequear que las salidas de gases al exterior estén libres de obstrucciones y colocadas de forma reglamentaria.
Cuando el monóxido de carbono inhalado se mezcla con la hemoglobina, que se encarga de transportar el oxígeno a los tejidos del cuerpo, se forma una molécula “de carboxihemoglobina” que le impide desempeñar esta función. Así, el cuerpo queda privado de oxígeno.
Las zonas Centro (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Capital) y Sur(Chubut, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego) son las que más casos de intoxitación registraron en los últimos dos años en el país, con 183 episodios y 112, respectivamente.
Las muertes podrán ser “dulces” para las víctimas, pero son un espanto para quienes quedan vivos alrededor. La empleada doméstica de la familia Naidenoff descubrió los cadáveres cuando entró para empezar su jornada de trabajo. A la periodista y modelo pampeana la encontró muerta su hermano, el dueño de la casa donde Trotz pasó su última noche. Ella vivía en Buenos Aires y había viajado a Santa Rosa, como Agustina a Formosa, para celebrar el Día del Padre. El cuerpo del joven empleado en San Martín de los Andes fue hallado el pasado 18 de mayo por el dueño del departamento donde vivía en el barrio El Arenal. Hacía tres días que lo buscaba.
La mano mortal e invisible del monóxido de carbono suspende en estas historias familiares trayectos y planes, convierte inevitablemente al presente en pasado eterno, reconfigura una historia familiar para siempre. Como le escribió Patricia Cassey a su amiga Lucía Trotz, en su muro de Facebook: “Intento dormir, abro los ojos y quiero creer que esto no paso, que solo te fuiste el finde al campo. Escucho una y otra vez el mensaje que me dejaste en el celular ayer, solo ayer. Me esperabas en tu casa con mate y budín hecho por vos. Sí, el que a mí me gustaba