Después de una larga jornada de tensión, no se cumplió el arresto del ex presidente, quien seguía atrincherado en un sindicato en San Pablo
La Policía Federal de Brasil (PF) no ingresó anoche al sindicato de los metalúrgicos de San Pablo para arrestar a Lula, quien paso así la noche en libertad. Asimismo, según varios portales brasileños, anoche se negociaba incluso que la detención se postergara para el próximo lunes. Lula debía ser puesto bajo arresto desde las 17 de ayer, según ordenaba una resolución del jueves del juez Sergio Moro, a cargo de la causa de primera instancia contra el ex presidente, condenado por corrupción y lavado de activos. La convulsa jornada fue escenario de versiones cambiantes, mientras Lula y su estado mayor se mantenían, atrincherados en la sede del sindicato de metalúrgicos en San Bernardo do Campo, cuna política y sindical de Lula en 1980. Un nuevo recurso fue presentado ante el Supremo Tribunal Federal, en el que la defensa de Lula depositaba sus últimas esperanzas.
Lula se refugió en la sede del sindicato en Sao Bernardo do Campo, en región metropolitana de San Pablo, desde la noche del jueves, luego de enterarse que Moro había ordenado su arresto. Pese a que la orden de Moro le daba tiempo hasta las 17 de ayer para entregarse voluntariamente, el ex mandatario decidió no presentarse ante la Policía Federal. Un complejo dispositivo se había dispuesto para llevar a Lula en avión a Curitiba, sede del juzgado federal de Moro. Allí debía alojarse en una dependencia especialmente preparada para él (ver pag. 34).
Durante todo el día se mantuvieron negociaciones, que variaban según el momento y el humor de Lula. Este, por ejemplo, se negó a aceptar ser trasladado en una avión de la Policía Federal, dado que este ha sido utilizado para trasladar detenidos del Lava Jato. Exigía un avión privado. Una multitud de militantes rodeaba la sede del sindicato de metalúrgicos.
Empero, si bien era suficiente para crear una barrera humana que impidió que una comisión policial cumpliera con la orden judicial, estuvo lejos de ser una multitud de grandes dimensiones. Si Lula buscó plebiscitar en las calles su causa, esto no ocurrió ayer. Incluso anoche había disminuido sustancialmente la cantidad de militantes que “protegían” la sede sindical. Así, no hubo movilización masivai en San Pablo, ni tampoco en Brasilia ni en otras ciudades, pese a la actividad a fondo de la maquinaria del PT de Lula y sus organizaciones aliadas. Así las cosas, Lula iba a pasar la noche en el sindicato, arropado por sus militantes. El plan es que hoy de mañana se haga una misa en homenaje a Marisa Leticia, la fallecida mujer del ex presidente quien hubiera cumplido 68 años. Se estimaba anoche que luego de esta ceremonia Lula se entregaría finalmente a la Policía Federal, con casi 15 horas de retraso sobre la orden del juez Moro. Pero anoche el entorno de Lula hacía trascender que se negociaba una entrega recién el próximo lunes. Todo era incierto, como lo había sido durante todo el día. Durante la jornada se especuló con una posible entrega de Lula, así como con un potencial ingreso de la fuerza pública en el sindicato. Sin embargo, nada de ello sucedió, y el desenlace de la incierta situación se pospuso un día más. El ingreso por la fuerza de los uniformados hubiese derivado en un peligroso enfrentamiento con los cientos de militantes del lulismo. La prudencia se impuso y la espera fue ganando espacio en el continuo ir y venir de negociaciones por medio de teléfonos celulares entre uno y otro bando.
En julio de 2017, Moro condenó a Lula a 9 años y medio de prisión por corrupción y lavado de activos. Lula fue beneficiado con un triplex en el balneario paulista de Guarujá por una constructora muy activa en el Lava Jato, la OAS. Esta sentencia fue confimada en enero por la cámara de apelaciones de Porto Alegre, pero esta llevó la pena a 12 años y un mes de prisión. Lula tiene abiertos además otros seis procesos penales, casi todos vinculados a desvíos de fondos públicos y a la megacausa Lava Jato.
Ultimo recurso
La defensa de Lula da Silva apeló anoche nuevamente al Supremo Tribunal Federal (STF), el mismo que rechazó en votación dividida un recurso de hábeas corpus preventivo el miércoles a la noche. Luego de ver rechazado ayer un recurso similar por el Supremo Tribunal de Justicia (STJ), la defensa recurrió al STF, bajo el argumento de que no se agotaron todos los recursos. La defensa dice que la orden de detención de Lula violó el régimen procesal, ya que no se habían agotado los trámites. Esta apelación de último momento recayó en el juez Edson Fachin, uno de los que rechazó el hábeas corpus el pasado miércoles.