El gobernador instó a la oposición a avanzar con la reforma constitucional. Y propuso, de ser necesario, extender los tiempos del debate y hasta dejar fuera de discusión una eventual reelección suya.
Si algo viene quedando en claro en los últimos meses es que para Miguel Lifschitz la reforma constitucional es su obsesión. Por eso, y en clave futbolera, el gobernador volvió a la carga para tratar de revertir posiciones contrarias a su proyecto. “Arrimamos la pelota al área como nunca. No siempre se mete el gol en la primera llegada. Por eso, habrá que ensayar nuevas jugadas. Si no podemos hacer el gol no será por falta de entusiasmo ni de decisión nuestra”, aseguró a La Capital.
Esas “nuevas jugadas” sugeridas por el socialista para confrontar con los reparos provenientes de distintos sectores políticos van desde la chance de extender los tiempos del debate en torno a las eventuales enmiendas a la Carta Magna santafesina hasta la probabilidad de dejar al lado del camino una hipotética reelección suya, si “es la mayoría lo que piensa ¿Cómo vislumbra esa etapa
Sabíamos, desde un principio, que era un escenario con dificultades. De lo contrario, es algo que hubieran realizado los anteriores gobernadores, siempre lo digo. Todos lo intentaron pero, frente a los primeros problemas, pisaron el freno. No obstante, decidimos avanzar siendo conscientes de que no contábamos con la mayoría propia para tener los dos tercios en ambas Cámaras y que necesitábamos acuerdos. Sabíamos también de la situación compleja en el peronismo para tomar una decisión y de la realidad de Cambiemos, fuerza con expectativa de disputarnos el poder. A pesar de eso, confiábamos en una buena respuesta individual por parte de muchos legisladores del PJ y del macrismo. Y presentamos el proyecto. Creo que, así como hay en muchos legisladores predisposición a debatirlo, también existen cruces, especulaciones y actores políticos que claramente juegan en sentido contrario. Apelamos a las convicciones políticas de cada partido con representación parlamentaria y a la búsqueda de un consenso real.
—Hay quienes piden priorizar en la agenda política de la provincia los tarifazos o los problemas con la seguridad.
—Son temas que todos los años marcan la agenda política. Supongo que en 1853, 1962 ó 1994 también existieron muchísimos problemas en el país, pero se pudo seguir adelante con las reformas constitucionales. Además, hay algunos que, por izquierda, plantean una modificación total de la Carta Magna. Pero eso es imposible. Nunca las constituciones nacional o provinciales se reformaron íntegramente, sí en forma parcial. Esa propuesta es ir por una vía muerta.
—Otros objetan los tiempos del debate.
— Tienen cierta razonabilidad, pero nosotros tampoco planteamos un plazo. Los que sí manifiestan apuro son aquellos que quieren sacarse de encima el tema lo más pronto posible. Si hay voluntad de avanzar con el proyecto, habrá que tomarse dos, tres meses, seis meses… Pongamos un plazo y hagámoslo. En ese punto no existen problemas. En Cambiemos dicen que están a favor de una reforma, pero también hablan de que es poco tiempo para realizarla. Bueno, tomémonos más tiempo.
—Incluso algunos propusieron postergar la discusión hasta 2020…
—Eso sería quedarnos en el mismo punto que ahora. ¿Qué ocurrirá en 2020 distinto a 2018? Son excusas que no tienen sentido discutir demasiado. Si molestan algunos artículos, planteemos cambiarlos, pero fijemos un camino. Algunos dijeron que el proyecto debía pasar por todas las comisiones legislativas. Es ridículo: eso podría insumir cuatro años de debate. Seamos serios, hablemos de cosas reales y definamos si estamos a favor o en contra.
EM_DASH¿No lo convence ningún argumento esgrimido por macristas o peronistas?
—Es que en la mayoría de sus expresiones públicas dicen que están de acuerdo con una reforma. Casi nadie, ni siquiera José Corral (intendente de Santa Fe, radical afín al PRO). Quizás sí Omar Perotti (senador nacional del PJ), quien planteó la duda de hacerlo ahora y habló de una consulta popular, pero hay consenso unánime. ¿Falta tiempo? Definamos un plazo y arranquemos. Si la objeción pasa por no estar de acuerdo con la reelección del actual gobernador, y es la mayoría la que piensa eso, fijemos un criterio para que no sea una opción. Si no estamos de acuerdo con el límite a las reelecciones de los legisladores, corrijámoslo. Que cada uno lo explicite. Si logramos la reforma, puede ser una parte este año o algo más en 2019, daríamos un ejemplo de pluralidad en una etapa de crisis y desesperanza en la Argentina.
—Llamativamente, en la oposición aludieron a supuestas diferencias en el oficialismo en torno al tema.
—Tenemos un oficialismo heterogéneo, integrado por referentes de distintos partidos y con sus matices. Pero, hasta ahora, en todas las manifestaciones públicas existió uniformidad en cuanto al consenso para impulsar la reforma. Obviamente que habrá algunos con más convicción que otros, pero hoy el Frente Progresista (FPCyS) está alineado. Contamos con 25 votos en Diputados.
—¿Cree que el presidente Mauricio Macri talló en el pronunciamiento de Cambiemos que rechazó su iniciativa reformista?
—Lo conversé en su momento con dirigentes locales de ese espacio y, en 2017, con Macri. Este año hice lo propio con (el jefe de Gabinete) Marcos Peña y (el ministro del Interior nacional) Rogelio Frigerio. Siempre manifestaron que no estaban en contra de la reforma, sí que tenían diferencias con algunos puntos, como los tiempos del debate. La posición esgrimida esta semana por Cambiemos es positiva, a favor de un proceso de este tipo, aunque con cierto reparos. Y lo que hablamos con distintos sectores del justicialismo va en el mismo sentido. Estamos discutiendo formalidades pero, en el fondo, hay coincidencias. Así podríamos llegar a un acuerdo. Arrimamos la pelota al área como nunca. No siempre se mete el gol en la primera llegada. Por eso, habrá que ensayar nuevas jugadas. Si no podemos hacer el gol, no será por falta de entusiasmo ni de decisión nuestra. Si lo logramos, el nuevo gobernador que asuma en diciembre de 2019 lo hará en una nueva provincia, con flamantes herramientas y responsabilidades.
objetivo. Para el jefe de la Casa Gris, la reforma debe ser un “ejemplo de pluralidad”.