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Veinte años de pedofilia: el sufrimiento de la “víctima 1″ que destapó la red que involucra a Marcelo Corazza

Si las acusaciones son ciertas, Marcelo Corazza será procesado y condenado como parte de la mayor organización pedófila de la Argentina actual, un literal club privado de perversión. Las comparaciones son evidentes con la organización que fue liderada casi veinte años atrás por el psicólogo Jorge Corsi y el profesor de música Marcelo Rocca Clement, ambos condenados por el delito de corrupción de menores. Pero la banda que integró Corazza, acusado de ser un cliente de explotación de chicos, que se sospecha operó durante dos décadas, puede ser incluso peor que la de Corsi.

Ambas bandas tenían el mismo modus operandi e incluso existieron en el mismo espacio temporal en la ciudad de Buenos Aires, apelaban a los mismos circuitos, coincide el abogado Javier Moral, quién logró a condena a Corsi y Rocca Clement. Abordaban menores para captarlos, en chats o en los viejos cibers porteños entre partidas de juegos en red, para llevarlos a encuentros a solas y denigrarlos sistemáticamente. En el caso de la banda de Corsi, los chicos eran blancos de una fantasía inmunda, adultos que creían tener relaciones consensuadas con los niños que violaban.

En el caso de la banda de Angelotti y Corazza, los chicos eran mercancía. Eran entregados a otros pedófilos, según los relatos de las víctimas ante el Juzgado N°48, alquilados, llevados a encuentros a lo largo del Conurbano bonaerense. Fuentes judiciales coinciden que hay suficiente en la causa para imputar el delito de trata de personas.

Francisco Angelotti, acusado de ser el líder de la bandaFrancisco Angelotti, acusado de ser el líder de la banda

Hoy, el Juzgado N°48 indagó al comerciante misionero Francisco Angelotti, de 46 años, el presunto líder de la banda, que se negó a declarar. Angelotti, Andrés Fernando Charpenet, Raúl Ignacio Mermet y Marcelo Adolfo Corazza son acusados de “haber montado” junto a cómplices todavía desconocidos “una estructura destinada a reclutar menores”, una literal asociación ilícita, “con el fin de someterlos a la práctica de relaciones sexuales y a la explotación sexual sin su consentimiento, ya fuere por intercambio de dinero o por satisfacción personal o de terceros”, según el pedido de detención de los imputados.

Hay al menos once víctimas enumeradas en el expediente: ocho de ellas todavía se desconocen. Solo son llamadas por los alias despectivos que les otorgaban sus explotadores como “gurisito” o “mini harén”.

Precisamente, fue una víctima quien expuso a Angelotti, a Corazza y al caso en general. La historia de ese joven, hoy un adulto de 35, conocido en el expediente como “víctima 1″, es la clave para entender todo. Es quien, precisamente, conecta a Angelotti y Corazza.

Según su relato, fue víctima de uno, luego del otro. Angelotti, precisamente, lo entregó al productor de Gran Hermano.

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Las últimas horas de Marcelo Corazza antes de su detención

La “víctima 1″ se presentó en octubre de 2022 en la PROTEX, el ala de la Procuración que investiga delitos de trata de personas, para formular la denuncia. La fiscal federal Alejandra Mangano tomó su declaración y comprendió que, como mínimo, correspondía que se investigue el delito de corrupción de menores, propio del fuero de instrucción. También, había claros elementos de abuso sexual. Así, acompañó la denuncia y envió la causa. Lo que dijo fue aberrante, pedofilia pura.

Aseguró que conoció a Angelotti entre sus 11 y 13 años, años 1999 a 2001, a través de una serie de chats. “El primer encuentro sucedió en las calles Eduardo Acevedo y Bogotá del barrio de Caballito de esta ciudad, un domingo a la tarde”, asegura en su testimonio. Luego, se dirigieron hacia el Parque Centenario en la camioneta 4×4 de Angelotti. Allí, según su relato, lo violó en la parte trasera del vehículo. Las vejaciones siguieron en el tiempo.

“A partir de allí comenzaron a tener encuentros sexuales a menudo durante tres años en un vínculo que definió como de sumisión, tanto en ese vehículo como en albergues transitorios, generalmente durante los fines de semana ya que entre semana el damnificado asistía a la escuela. La dinámica consistía habitualmente en juntarse en esa esquina, reclinar el asiento, besarse y tocarse”, sigue el expediente.

De acuerdo a su testimonio, la primera vez que el comerciante lo llevó a un hotel, “se ducharon juntos y el imputado comenzó a besarlo; le proponía distintas posiciones sexuales. Víctima 1 dijo que sentía dolor cada vez que lo penetraba”. A fines de 1999, Angelotti infiltró las clases de teatro a las que asistía el chico.

El comerciante incluso logró llegar a la casa de la familia de “víctima 1″ gracias a estas clases de teatro. “Un día lo convenció de que durmieran juntos en el living. Durante la noche intentó mantener relaciones sexuales con el denunciante, quien se negó. En un momento dado apareció la madre del damnificado y preguntó qué estaban haciendo. Los retó porque era tarde. Aquel fue el último encuentro íntimo que tuvo con el acusado”, dice el expediente.

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